miércoles, 26 de noviembre de 2014

EL DEDO DE LA NIÑA PIZPIRETA


Nada como el silencio para escuchar el sonoro silencio de los libros y nunca orden mejor dada si viene de una niña pizpireta con el índice mandón en su boca. El dedo, las gafas que llenan la mitad de su cara y los libros bajo el brazo libre son grandes razones para hacerle caso.
No queda más remedio que largarse al rincón de la biblioteca y hacer los deberes: leer un libro, navegar con él hasta donde el viento dé fuerza a tus velas y te muestre las islas que nadie hasta ahora descubriera, hasta que esta niña guapa, rubia, lista y un tanto coqueta dé la señal de hacer corro y contar lo que cada cual ha aprendido en su retiro de silencio y biblioteca.
No levantes demasiado la voz, ni hagas demasiado ruido con tus ideas, no marees en exceso la perdiz sin ir al fondo de las cosas y los temas, ni olvides que debes ir cuanto antes al grano y, una vez, dicho lo que crees que debes comentar, deja paso a los demás, no sea que esa niña guapa, rubia, lista y pizpireta levante de nuevo el dedo amenazador y te ponga en el lugar que tiene asignado para los que no dejan hablar a nadie, los que sólo se escuchan a sí mismos y los que no saben guardar silencio aunque tengan la cabeza debajo del agua.
Ah, y no olvides las lecciones que pueden darnos los niños, adolescentes y jóvenes, ni la respuesta que el escritor chileno, Alejandro Jodorowsky, dio a una madre cuando le preguntó cómo debía educar a su hijo: “Deja que él te eduque a ti”. Pues eso.

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