sábado, 29 de noviembre de 2014

LA FOTO DEL BUITRE Y LA NIÑA



Sobre un campo de rastrojos de una tierra árida y reseca y con olor a pólvora quemada, acurrucada, desnutrida y con la nariz pegada al polvo, una niña sudanesa, de no más de 2 ó 3 años, espera el feroz picotazo y las garras ardiendo sobre su piel desnuda de un buitre inmóvil, pero que la taladra con el ojo torvo y el pico afilado a dos metros escasos. El fotógrafo, Kevin Carter, un hombre joven, estuvo inmóvil también durante una eternidad de veinte infinitos minutos con su cámara dispuesta y esperando la foto más atroz y conmovedora de la guerra de Sudán y el minuto único en el que el buitre extienda sus alas sobre la niña y la despedace como a una de sus carroñas preferidas. 20 minutos eternos con el ojo de la cámara sin pestañear.
Una foto, a buen seguro, ganadora del Premio Pulitzer, que es el que el ya famoso fotógrafo de muertos y guerras ansiaba con pasión.
Pasados los veinte minutos el hombre se fue harto de esperar el zarpazo de la bestia que no llegaba. Pocos meses después obtendría efectivamente el Premio Pulitzer de 1994, que celebró con una formidable borrachera, y a los dos meses de recibir premio en Nueva York se suicidó. Nunca sabremos por qué, si debido a que la guerra había terminado y no sabía ya disparar sin el ruido de los morteros y el olor a pólvora quemada y chamusquina o porque le persiguió, allá por donde quiera que fuera, una pregunta insolente y obligada: “¿Por qué no ayudaste a la niña sudanesa?”. ¿No entraba en sus cálculos de artista consumado, sabio y genial? ¿No debe nunca mezclarse lo profesional con los sentimientos de bien y de buen hacer? ¿Es que en tiempos de guerra todo está permitido y para nada sirven los buenos sentimientos y las acciones imprescindibles y solidarias en tiempos de paz? La pregunta le fue taladrando, el premio ya no tenía ninguna importancia y significado alguno. Kevin Carter entró en el túnel profundo de la depresión y las drogas. No podía trabajar, llegaba tarde a las entrevistas, había perdido su gran adicción a la droga de la guerra que le ponía las pilas, ahora que no había guerra, perdía los rollos de las fotos que hacía, tenía problemas en casa de deudas y desamores…, la muerte de su mejor amigo, en un tiroteo, a los seis días de recibir el premio, le destruyó más lamentando que la bala no hubiera sido para él … y tal vez le perforara la pregunta que le perseguía por todas partes: ¿Por qué no ayudaste a la niña?
Y un día, sin ver ninguna salida a su vida, cogió el coche, se fue a la orilla del río, un lugar al que iba con frecuencia de niño, se puso a escuchar música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma hasta que murió.
Triste y trágica historia, pero le debemos, ay, a ese cronista gráfico de Sudáfrica, esta foto que nos hiere la mirada y penetra como ningún discurso en nuestras profundidades.
Nota: La foto es ya historia y pasará como una de las estampas más prodigiosas, dolorosas y dramáticas... y que nunca debió existir.

4 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

Sigo aquí, aunque no lo parezca. Me alegra siempre leerte y espero que estés bien.
Completamente de acuerdo con la entrada.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Muchísimas gracias, un abrazo

Anónimo dijo...

Esta foto me impacta siempre que la veo!!Ganadora de
tan importante premio y a la vez le cuesta la vida a su autor....

Ya publicaste esta foto hace tiempo y me sigue causando el mismo desasosiego...

No es justo que los niños pasen penurias y esto sigue pasando y sigue .....es bueno que nos lo recuerdes repitiendo esta foto.
Espero que algún día esta foto sea parte de un pasado muy... muy lejano.

Cambiando de tema.....que bueno cuando nos recomiendas algún libro, no dejes de hacerlo al menos una vez al mes, gracias

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Muchas gracias, anónima querida, ya veo que eres fiel seguidora y eso no tiene precio. Tenía conciencia de haberla publicado en el libro Diario de un jubilado impaciente, pero no recordaba haberla subido al blog, como estoy liado en esta nueva serie de sacarle punta a algunas fotos, me parecía bueno tener entre ellas a ésta de la niña y el buitre. Estoy de acuerdo contigo y también espero que algún día sea parte de un pasado muy lejano, porque es terrible.
He tomado notas de los últimos libros que voy leyendo y no pensaba sacarlo en el blog, pero te haré caso y aunque sean pequeñas pinceladas seguiré con mis recomendaciones. Ahora estoy con la última novela de mi admirado Muñoz Molina y como siempre me está encantando. Para mí es uno de los más grandes, clarísimamente.
Gracias de nuevo. Un abrazo