martes, 23 de septiembre de 2014

NIÑO CON ZAPATOS NUEVOS



Si no es felicidad esto que venga Dios y lo vea. El chaval rezuma dicha por los cuatro costados y tiene que cerrar los ojos para verla y retenerla. Acaban de comprarle unos zapatos y llama al cielo para que contemple ese momento de esplendor y que se eternice. Los retiene entre el pecho y las manos en un abrazo gozoso y alargado. Y no se los pone para que le duren más. Tiene sentido de la realidad de la pobreza porque ha oído desde siempre que a los pobres les toca ser austeros y cuando se tiene algo nuevo hay que cuidarlo como las cosas más valiosas y queridas.

Ojalá le duren mucho tiempo esos zapatos que todavía no ha estrenado y esa felicidad que irradia todo su ser le acompañe. Y que nosotros, al contemplar ese rostro, miremos hacia dentro y rescatemos al niño que fuimos, que sigue permanentemente en silencio en alguno de nuestros rincones olvidados y puede alentar parte de esa dicha para los días amargos.

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