domingo, 28 de septiembre de 2014

ELLA Y ÉL



Desde los ojos de la imaginación se ven cosas e historias diferentes y ocultas a los ojos de la cara. Está claro: la ficción es más rica que la realidad.
Aquí ella es ella, pero con esa pose y esos aditamentos, ¡llega a ser tanto! Una realidad que no es real y que es pura imaginación. El caso es que nació en piel de hombre, que detestaba, y siempre quiso ser mujer a quien amaba o se vio desde niña entre niños, con juguetes de niños, haciendo todo como un niño y en los entresijos más hondos se quería mujer de cuerpo entero.
Y más aún, nos creíamos muy hombres, muy machotes desde que de niños nos lo decían y animaban a ello: más peleón que nadie y más fuerte y más hombre y más competitivo y más y más y más y lo real nos ha dado malas pasadas, porque por debajo de la piel anidaba feliz una niña, una mujer joven y una abuela encantadora sin necesidad de pertenecer al otro bando.
Y a ellas les sucedía a la inversa: jugaban a la comba y a las muñecas, a las cocinitas y a ser mamá y como la tía Elena y como la hermana mayor, y de vez en cuando lo que querían, además de mamá y como la tía Elena y como la hermana mayor, era ser como algunos hombres a quienes admiraban por rebeldes, sensibles, fuertes, aventureros, cazadores.
Y terminaron en buscar el equilibrio en la cuadratura del círculo: periódico en las manos ocultando lo que no interesa ver y mostrando en armonía y perfección una pierna bellísima, tras la cual se esconde y anida una mujer, y otra del mismo tronco, distinta, pero no tanto, de hombre, para la tarea más hermosa de cuantas existen: vivir en armonía y en maravillosa unión lo mejor del uno y de la otra, en uno mismo, en una misma. ¿Por qué será para alguna gente tan difícil de entenderlo?
Están pidiendo, al menos, una palabra y, en este caso, muchas historias.

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