miércoles, 11 de junio de 2014

XLIII DA SI QUIERES TENER



“Sólo tendremos lo que hayamos dado”.
Ida Vitale

Quisiste dominar el mundo y no lograste tener a buen recaudo tus pasiones, tus emociones y hasta tus propios mocos. Hicieron de ti un pobre diablo, un ridículo fantoche y una triste y sucia marioneta, pero mejor será decir: te hiciste a ti mismo, a tu imagen y semejanza.
Trataste de obtener por todos los medios, diríase que algunos honestos, pero la mayor parte producto del saqueo, el soborno, la malversación y la corrupción más enfermiza, hasta que lograste amasar una inmensa fortuna sin darte cuenta de que seguías desnudo, vacío por dentro y solo, a pesar de la mucha fanfarria melosa a tu alrededor, sin saber reconocer, valorar, apreciar y mirar al de enfrente con calidez.
Te lo diré con la poeta uruguaya:
Sólo tendremos lo que hayamos dado.
Sí, no vayamos más lejos,
quedemos junto al pájaro humilde
que tiene nido entre la buganvilla
y de cerca vigila.
Más allá sé que empieza lo sórdido,
la codicia, el estrago.

Hay versos, como éstos, como algunas palabras, generadores de cien mil nuevos puntos de vista, de mil nuevos versos, de cientos de nuevas palabras.
Si cambias a mejor, cambias las cosas torcidas a tu alrededor y se van llenando tus alforjas de quilates.
Si cuidas y mimas tu jardín y sus aledaños, estás construyendo un mundo menos sucio y serás dichoso desde el despertar de la mañana hasta que caes rendido entrada la noche.
Si trabajas en alguna institución de forma altruista, por poner otro ejemplo, y le pones entusiasmo (qué menos) a todo lo que haces, estás salvando el planeta y ese trabajo apasionado se te convierte en el mejor de los hobbies.
Cuanto más das, y te conformas con lo elemental y básico, más tienes, aunque te cueste creerlo, por toda la tacañería circundante. Todo lo demás es avaricia que rompe el saco y cuanto más, más lo rompe.
Cuanto menos te miras a tu propio ombligo, te da más tiempo a mirar la alegría y la angustia de los otros y eso es lo que te enriquece realmente por dentro, que es lo que importa y le da a tu mirada horizontes nuevos e insospechados.
Cuanto más siembras (duda de los que sólo recogen y atesoran y huye de ellos) más se oxigena tu espíritu, más se ensancha tu corazón, mejores cosechas te regala la tierra y, a la hora de la verdad, más reconocimiento recibes de los tuyos y hasta de los que no son tan tuyos al final de la jornada.

“El exilio puede ser una experiencia dramática y terrible o una cosa maravillosa. En mi caso me dolió mucho alejarme de mi gente, lo pasé muy mal, pero al poco tiempo me sentí mucho más enriquecida”. Ida Vitale

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