martes, 10 de junio de 2014

¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?

Venía hace días dándole vueltas al asunto y no terminaba de ver ni el rechazo de unos ni la urgencia de otros, ante la que sigue cayendo, y de pronto, una viñeta de El Roto, me responde en la línea en la que yo mismo me debatía, porque diría igual que su mendigo protagonista ante la pregunta que alguien desde fuera le plantea: ¿Qué prefieres, Monarquía Parlamentaria o República? Y contesta: Un trabajo.
Pues eso.
Porque noto, como algunas gentes de mi alrededor, que me voy cansando de los unos y los otros y, aunque estoy convencido de que es harto difícil defender en frío y en razón la monarquía, y que si se hace así sin retóricas al uso de monárquicos de pro y de toda la vida, no resiste un envite. Pero yo, como el mendigo, ya digo, hoy, aquí y ahora, lo que quiero para mi sociedad es trabajo, sanidad para todos, escuela pública, igualdad de oportunidades, apoyo a los dependientes, una casa digna, mejor trato a los jubilados, etc, etc. etc. Aquí y ahora. Y no siendo monárquico, como no lo soy, apoyaría en este momento actual al Príncipe de Asturias, a quien hemos pagado entre todos su formación y parece que con muy buenos resultados y fundadas esperanzas. Lo que no obsta, desde luego, para que en su día no muy lejano, cuando se reforme la Constitución se plantee al pueblo soberano el dilema de la Monarquía o la República.
Si hoy se hiciera ese Referéndum parece a todas luces que saldría la Monarquía Parlamentaria con lo que hubiéramos hecho un pan como unas hostias.
Algo así viene a decir en su columna dominical Manuel Vicent: “El referéndum sobre la Monarquía o la República es un regalo que el rey Felipe VI debería hacerse a sí mismo, puesto que con toda probabilidad lo iba a ganar”.
Y el poeta Caballero Bonald, quien en un principio vería oportuno el debate, luego, meditando sobre el asunto, es partidario de esperar a ver qué dice Felipe VI y qué programa anticipa, y a la pregunta de Juan Cruz sobre si tiene un presidente de la República en la cabeza, contesta que sí, que tiene uno: don Manuel Azaña. Naturalmente se va por donde las musas le llevan. Toma, y yo. Porque si pensamos en alguno que podría serlo nos volvemos más monárquicos que el que más.
Demos tiempo al tiempo, información y formación con sus pros y sus contras, sus razones y argumentos de peso, dejemos el fuego de la pasión y la urgencia para los problemas antes apuntados, exijamos a todos los partidos políticos que dejen de marear la perdiz y aguantar el chaparrón, unos sin hacer nada, otros enredados entre sí, y elevemos todos el nivel de tolerancia, lucha sin cuartel contra la corrupción y la desigualdad creciente y aportar el granito de arena, de compromiso y de dignidad que nos debemos y les debemos a nuestros conciudadanos. Sin dejar en el olvido, eso sí, el referéndum obligado sobre Monarquía o República, como obligada es la reforma de la Constitución, porque como dice Manuel Rivas: “Mientras se elogia la madurez democrática, negar a los españoles un referéndum tiene el alto riesgo de atornillar la monarquía como una imposición patrimonial. Un asunto de monárquicos”. Y no es eso, no es eso.

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