martes, 11 de marzo de 2014

LAS TRES BODAS DE MANOLITA




Ardo en deseos de ir a la primera librería que tenga ese libro, mi santa dice que soy un exagerado en expresiones de este cariz, y yo digo que de algo tenemos que morir, a comprar Las tres bodas de Manolita, porque me enganchó como las mejores: Inés y la alegría, y El lector de Julio Verne me emocionó hasta las lágrimas y mi mayor exigencia literaria. Ya sabes amigo y queridísima amiga de quién estoy hablando: en efecto, de Almudena Grandes, a la que he llegado tarde, como con tantos otros, a los que tengo que volver para leer sus anteriores creaciones.
No sé de qué va, pero me basta con que sea la tercera novela de las seis que configuran los “Episodios de una guerra interminable” a mayor Gloria de Galdós y en calidad de homenaje. Pero seguro que me sorprenderá gratamente. Con  la voz bronca que le caracteriza y la ternura de  buena gente que le acompaña, Almudena Grandes, en una entrevista que le hace Juan Cruz, da algunas claves:
“Cuando llegó la democracia... ¿Sabes por qué mi protagonista se llama Manolita y por qué en todas partes hay una Manolita? Son homenajes distintivos de los que te das cuenta después de poner ese nombre a la Manolita de Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán-Gómez. Al final de esa obra, el niño le dice al padre. “Pero, papá, ahora que se ha acabado la guerra, el verano que viene me podré comprar una bicicleta porque ya estaremos en paz”. Y el padre le dice: “Hijo, no ha llegado la paz. Ha llegado la victoria”... Es lo que creo que pasó en España, y en Manolita... se repite mucho: una joven desarmada, que no es de buena familia ni tiene dinero, de repente observa que la paz se ceba con ella, le echan de casa, encarcelan a su padre, se queda con unos niños  pequeños, y en seguida empieza a sentir que la paz ha traído otra guerra a su vida...”
A mí ya me sobra para animarme a leer la nueva novela de esta escritora grande, como su apellido, y que ya no tiene que demostrar a nadie que está entre los mejores y tocados por los dioses más elevados de las artes más bellas.
Su padre temía que fracasara, recuerda la escritora, y piensa por ello lo que le hubiera halagado cuando recibe algún  premio, ya ha recibido muchos, y se dice: ¡Qué putada, papá, qué putada..., si en realidad te lo habrías pasado mejor que yo!
Mi padre, me hace ir la escritora a mi huerto, no temía que yo fracasara, pero hubiera disfrutado más que yo, igualmente, con la trayectoria, para él extraordinaria, por donde han ido mis pasos a lo largo de estos últimos casi veinticinco años que ya no ha visto, ay, aunque no haya sido para tanto, pero el padre es el padre.
Ya lo sabes, si quieres leer algo bueno y que merecerá la pena: puedes comenzar por cualquiera de las dos anteriores, son independientes. Y esta última será espléndida: lleva la firma de Almudena Grandes, que nunca, o casi nunca, defrauda.

3 comentarios:

Voz en off dijo...

Pues a mí ésta no me está gustando tanto como las anteriores.

Voz en off dijo...

Pues a mí ésta no me está gustando tanto como las anteriores.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Pues lo siento, amiga, Voz en off, porque la estoy terminando y me está emocionando, me parece que está al nivel de las otras, y me atrevería a decir que en muchos momentos las supera: el retrato magnífico de los personajes, el clima logradado de la posguerra, los monólogos preferentemente de Manolita, a mi juicio, excepcionales... Pero ya sabes que para gustos no hay colores.
Un saludo y gracias por estar ahí.