jueves, 23 de enero de 2014

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES XXIV


PÁGINAS DEL LIBRO PRODIGIOSO DEL UNIVERSO

“Silenciar la escritura, salir de casa, caminar hacia el azar, experimentar el tiempo como forma de creación, como otro modo de expresar el mundo, la percepción como escritura íntima”.
Julia Otxoa


No deja de ser la mar de saludable, mucho más de lo que intuimos, abandonar la tarea, dejar el ordenador o la pluma, aparcar-silenciar la escritura u otros cometidos de alto nivel y estima y salir de casa, caminar hacia el azar, etc. etc. (y es de agradecer el texto humilde, pero brillante y acertado de un escritor, escritora tenía que ser, valorando otras experiencias de menor renombre).
Porque no solo se expresan los sentimientos, las ideas, las emociones, la vida, el mundo… a través de los garabatos aprendidos en la infancia, excelsos signos, tantas veces geniales, tantas veces no tanto, sino que de forma callada, dejando pasar y posar las cosas sobre la vista apaciguada, paseando la mirada a ritmo de tortuga por cada esquina de la ciudad, del mundo o de tu misma calle, dejemos que crezca hacia adentro la biografía como escritura sin grafismos, íntima y plena.
Todos, queriendo y a derecho, o sin querer queriendo a escondidas, vamos escribiendo-viviendo nuestras personales e intransferibles memorias, decíamos ayer, si quieres humilde diario, si prefieres biografía incompleta.
Quienes nunca escribirán en el papel o en la pantalla nada de lo protagonizado (siempre somos protagonistas de nuestra vida) conservan de igual forma todo cuanto la memoria es capaz de retener y revivir. Ambas modalidades nos sitúan entre la vida, el mundo y nosotros mismos, y al final de la jornada el valor no sólo es sinónimo de precio, buenas artes, fama o suerte. Con signos vivibles o signos invisibles vamos escribiendo nuestra propia biografía. Y a medida de que las arrugas vayan apareciendo en el rostro, sin descanso, las biografías se van ampliando y hasta enriqueciendo, más páginas, pero sobre todo más densidad humana.
Y no olvides, yo intento no olvidar, lo que tan admirablemente nos dice Julia Otxoa en su poemario “La lentitud de la luz”:

“También la libélula y la lagartija
como el Quijote o Hamlet
son páginas del libro prodigioso del universo”.

¡Cómo olvidar esta verdad tan verdadera y prodigiosa! Efectivamente todo lo que sale de nuestras manos: desde el planchado de unas camisas blancas hasta el rosetón de una catedral gótica son páginas del libro maravilloso del universo.

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