jueves, 9 de enero de 2014

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES XXII


EL OLVIDO... ESE SUICIDIO COLECTIVO

“Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa”.
Ángel González

Quisiéramos a veces olvidar nuestro pasado dejando de lado que somos fruto del ayer y del presente que nos va conformando, pero estamos hechos, para bien o para mal, de los materiales que se han ido incrustando en nuestra piel, ya que somos lo que nos hemos hizo forjando en cada momento de nuestra vida. Es inútil querer borrar las huellas del pasado, y un error no exento de culpa borrar las heridas del hemiciclo producidas por las balas insensatas de Tejero y sus huestes. Las heridas están en la memoria de todos que es más fuerte que la piqueta de los albañiles destructores o de los pintores armados de yeso, aguaplás y pintura.
Quisieron y siguen, cómo es posible siquiera pretenderlo, queriendo borrar del mapa los campos de concentración del terror nazi y atrocidades de todas las dictaduras que en el mundo han sido como la barbarie de uno y otro bando de aquí y de allá.
Quisieron borrar del mapa a los caídos del bando contrario de los vencedores. Y les está costando lo indecible a todos los familiares encontrar a los muertos que después de tantos años yacen en las cunetas y otros lugares condenados al olvido y a una segunda muerte.
Quisieron... siguen queriendo...
Pero es inútil. La historia no debe borrarse porque es un espejo necesario donde mirarnos. Hay lecciones magníficas y espléndidos testimonios que nos espolean para seguir adelante por el buen camino y errores, más de una tropelía y faltas graves en general que hacen que nos avergoncemos. Ya dijo Kar Marx que “la vergüenza es un sentimiento revolucionario”, y humanísimo añadiría yo. Y con Ángel González:

“... si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa”.

Porque el olvido es la muerte en vida y peor aún que la misma muerte.

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