domingo, 8 de diciembre de 2013

LA SOMBRA DE LOS MEJORES XVIII




Sólo sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura. 
Emily Dickinson

Necesitamos, como el pan y el aire,
la voz de los otros
para darnos cuenta de nuestra altura,
la fuerza de seguir creciendo,
la pasión de continuar creando.

… Lázaro, levántate y anda,
y Lázaro se levantó y anduvo.

Basta que alguien levante la voz,
dirija su palabra hacia nosotros,
nos mire a los ojos
                               (es clave que clave su pupila en la nuestra)
y entonces sucede lo que tan bellamente nos describe
la poeta de la amable levedad del ser,
Emily Dickinson,
que solo sabemos la magnitud de nuestra altura,
cuando alguien  pasa a nuestro lado con una sensibilidad
y bondad fuera de lo común,
además de creer plenamente en nosotros.

(Tanta pasión puso Pigmalión
sobre la mujer esculpida,
                                         Galatea,
que la diosa del amor,
                                    Afrodita,
le recompensa dando vida a la escultura).

 ¡No hay fortuna mayor
que alguien  pase a tu lado y te diga:
levántate, que puedes, y anda…!

Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.

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