Sólo
sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
Emily
Dickinson
Necesitamos,
como el pan y el aire,
la voz de los
otros
para darnos
cuenta de nuestra altura,
la fuerza de
seguir creciendo,
la pasión de
continuar creando.
… Lázaro, levántate y anda,
y Lázaro se
levantó y anduvo.
Basta que
alguien levante la voz,
dirija su
palabra hacia nosotros,
nos mire a
los ojos
(es clave que
clave su pupila en la nuestra)
y entonces
sucede lo que tan bellamente nos describe
la poeta de
la amable levedad del ser,
Emily
Dickinson,
que solo
sabemos la magnitud de nuestra altura,
cuando
alguien pasa a nuestro lado con una
sensibilidad
y bondad
fuera de lo común,
además de
creer plenamente en nosotros.
(Tanta
pasión puso Pigmalión
sobre la
mujer esculpida,
Galatea,
que la diosa
del amor,
Afrodita,
le
recompensa dando vida a la escultura).
¡No hay fortuna mayor
que
alguien pase a tu lado y te diga:
levántate,
que puedes, y anda…!
Y
entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
hasta llegar al cielo su estatura.
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