miércoles, 4 de diciembre de 2013

HABLEMOS DEL GOBIERNO, ¿PARA QUÉ DEJARLO PARA LA SEMANA QUE VIENE?



 Aunque no quisieran, Tip y Coll, hablarían del gobierno, y sus aledaños, ya mismo, y no lo dejarían para la semana próxima, porque todo lo que está cayendo sobre nuestras cabezas es demasiado y ya no hay dios que lo aguante. Lo que no obsta para que otro día hablemos de la oposición, los partidos, en  general, la Monarquía y el yerno-yernísimo, los sindicatos andaluces, los banqueros, los tertulianos, algunos me traen de cabeza, etc. etc. y de paso, antes de que alguien me lo  recomiende puedo adelantarme y hacerme una dura autocrítica, que también tengo lo mío.
Porque, ¿cómo puede decir el Presidente del Gobierno, con la que sigue cayendo, (de octubre de 2012 a octubre de 2013, 500.000 nuevos parados, a la suma y sigue, y en este año 139.000)  que está bajando el número de desempleados? ¿No ves que no es verdad? Los datos cantan hasta la Traviata y no se pueden hacer oídos sordos, o negando la evidencia donde el juez Rut ve indicios con fundamento.
¿Y cómo, una y mil veces, la Sra. de Cospedal, con sus discurso siempre en diferido, saca lo peor de nosotros, y nos hace decir barbaridades que no queremos, porque nos da la ligera sensación de que nos miente mucho y roza el cinismo tras cada palabra de su discurso?
Otro, en calidad de portavoz de la cosa, va y dice, con voz engolada y risa caliente y sarcástica, que “las víctimas del franquismo se han acordado de sus padres por dinero, cuando supieron que había subvenciones para encontrarlos” y va y escribe mi admirado Manuel Rivas: “En cualquier país democrático la carrera política de Hernando hubiera terminado. Aquí lo ascenderán. ¿No oyen el zumbido de la banalidad del mal?”. “La banalidad del mar”, como sabes, es esa frase que acuñó Hannah Arendt, para intentar definir la unión de lo terrible y de lo estúpido, “un  modo de vulgaridad brutal”, sigue diciendo Rivas.
¿Todavía no te has caído de bruces y espanto al oír la última barbaridad? Otra  señora, que lo bordó, la pobre, con  lo de tomarse un relaxing cup of café con leche, ha declarado (y para que no hubiera duda de su convencimiento lo repitió): “La reforma laboral del Gobierno es lo que más progreso ha traído a la humanidad”. ¿Ya te has levantado?, pues te volverás a caer sin remisión, no tardando. Carlos Boyero escribe, a propósito de las multas  para poner a salvo ¿la seguridad ciudadana?, que “Ana Botella no será multada por agredir al sentido común con su frase”.
Y de la otra-verso suelto-verso libre del neoliberalismo más recio, ¿para qué decir lo que dice a todas horas? ya tienen los suyos, lo suyo, como lanzarse a tierra y murmurar: que vienen los nuestros, y ya, en su día, el inefable, aunque gran novelista, Vargas Llosa, la subió indecentemente a los altares, comparándola con Juana de Arco. ¡Qué mal día debió de tener este hombre para desvariar tanto!
De Wert, Ana Mato, Montoro, Floriano, Fátima Báñez, con su Virgen del Rocío a cuestas, viendo visiones de brotes verdes, y Gallardón, el progre de la película, que nos ha salido rana, mejor no hablar porque necesitaríamos enciclopedias varias. Y con la última ley, del Sr. Ministro del Interior, ¿quién será el majo que se mueve?, a no ser que lo hagamos todos y nos pongan a todos entre rejas. Una ley contra los derechos básicos y las libertades y a favor de la seguridad. Seguridad, ¿de quién? Y ya de paso, ¿son de recibo los insultos que soltó el Sr. Fernández Díaz, Ministro del Interior, sin argumentos, perdiendo todos los papeles, en el Congreso de la Cortes, en una intervención reciente y sonora que chirría y hiere como las concertinas de Melilla?
Y así sucesivamente...
¿Nos merecemos todo esto? No, ¿verdad? Pues no lo olvides.

2 comentarios:

mjesusprivil dijo...

Al principio, tenía dudas, pero ahora ya no. No nos merecemos esto. Claro que no. Ni aunque fuésemos la población más necia de todo el entorno.
Es demasiado... Ni siquiera se lo merecen los que han votado a esta gente, y seguramente les vuelvan a votar.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Tienes razón, Mª Jesús, no nos merecemos esto, es demasiado.
Un abrazo