Aunque
no quisieran, Tip y Coll, hablarían
del gobierno, y sus aledaños, ya mismo, y no lo dejarían para la semana
próxima, porque todo lo que está cayendo sobre nuestras cabezas es demasiado y
ya no hay dios que lo aguante. Lo que no obsta para que otro día hablemos de la
oposición, los partidos, en general, la
Monarquía y el yerno-yernísimo, los sindicatos andaluces, los banqueros, los
tertulianos, algunos me traen de cabeza, etc. etc. y de paso, antes de que
alguien me lo recomiende puedo
adelantarme y hacerme una dura autocrítica, que también tengo lo mío.
Porque,
¿cómo puede decir el Presidente del
Gobierno, con la que sigue cayendo, (de octubre de 2012 a octubre de 2013,
500.000 nuevos parados, a la suma y sigue, y en este año 139.000) que está bajando el número de desempleados?
¿No ves que no es verdad? Los datos cantan hasta la Traviata y no se pueden
hacer oídos sordos, o negando la evidencia donde el juez Rut ve indicios con
fundamento.
¿Y
cómo, una y mil veces, la Sra. de
Cospedal, con sus discurso siempre en diferido, saca lo peor de nosotros, y
nos hace decir barbaridades que no queremos, porque nos da la ligera sensación
de que nos miente mucho y roza el cinismo tras cada palabra de su discurso?
Otro,
en calidad de portavoz de la cosa,
va y dice, con voz engolada y risa caliente y sarcástica, que “las víctimas del franquismo se han acordado
de sus padres por dinero, cuando supieron que había subvenciones para
encontrarlos” y va y escribe mi admirado Manuel Rivas: “En cualquier país democrático la carrera política de Hernando hubiera terminado. Aquí lo
ascenderán. ¿No oyen el zumbido de la banalidad del mal?”. “La banalidad del mar”, como sabes, es
esa frase que acuñó Hannah Arendt, para intentar definir la unión de lo
terrible y de lo estúpido, “un modo de vulgaridad brutal”, sigue
diciendo Rivas.
¿Todavía
no te has caído de bruces y espanto al oír la última barbaridad? Otra señora, que lo bordó, la pobre, con lo de tomarse un relaxing cup of café con leche, ha declarado (y para que no hubiera
duda de su convencimiento lo repitió): “La reforma laboral del Gobierno es lo que
más progreso ha traído a la humanidad”. ¿Ya te has levantado?, pues te
volverás a caer sin remisión, no tardando. Carlos
Boyero escribe, a propósito de las multas
para poner a salvo ¿la seguridad ciudadana?, que “Ana Botella no será multada por agredir al sentido común con su
frase”.
Y
de la otra-verso suelto-verso libre del neoliberalismo más recio, ¿para qué
decir lo que dice a todas horas? ya tienen los suyos, lo suyo, como lanzarse a
tierra y murmurar: que vienen los
nuestros, y ya, en su día, el inefable, aunque gran novelista, Vargas Llosa, la subió indecentemente a
los altares, comparándola con Juana de Arco. ¡Qué mal día debió de tener este
hombre para desvariar tanto!
De
Wert, Ana Mato, Montoro, Floriano, Fátima Báñez, con su Virgen del Rocío a cuestas, viendo visiones de brotes verdes, y Gallardón, el progre de la película,
que nos ha salido rana, mejor no hablar porque necesitaríamos enciclopedias
varias. Y con la última ley, del Sr.
Ministro del Interior, ¿quién será el majo que se mueve?, a no ser que lo
hagamos todos y nos pongan a todos entre rejas. Una ley contra los derechos
básicos y las libertades y a favor de la seguridad. Seguridad, ¿de quién? Y ya
de paso, ¿son de recibo los insultos que soltó el Sr. Fernández Díaz, Ministro del Interior, sin argumentos,
perdiendo todos los papeles, en el Congreso de la Cortes, en una intervención
reciente y sonora que chirría y hiere como las concertinas de Melilla?
Y
así sucesivamente...
¿Nos
merecemos todo esto? No, ¿verdad? Pues no lo olvides.
2 comentarios:
Al principio, tenía dudas, pero ahora ya no. No nos merecemos esto. Claro que no. Ni aunque fuésemos la población más necia de todo el entorno.
Es demasiado... Ni siquiera se lo merecen los que han votado a esta gente, y seguramente les vuelvan a votar.
Tienes razón, Mª Jesús, no nos merecemos esto, es demasiado.
Un abrazo
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