Me invitaron a hablar,
esta mañana, en nombre de todos los voluntarios de los Centros de Personas
Mayores de la ciudad y no me negué naturalmente, así que pergeñé un breve
esquema para un breve discurso, no
querían más, y hablé diciendo que me gustaría (al hablar en nombre de todos)
captar y sintonizar su sentir, su pensar y su ser en calidad de voluntarios.
Somos unos privilegiados me atreví a
decir, porque así lo siento. En medio de la noche larga y amarga que nos ha
tocado en suerte de corrupción al por mayor y de avaricia hasta el infinito,
llevar una luz es un enorme privilegio, pero que en gran medida debemos a los
otros. Algo hemos puesto de nuestra parte, pero nos ha sido dado por nuestros
antepasados, padres, maestros, libros... un germen que ha ido creciendo muy
dentro de todos nosotros y que nos diferencia de los que reverencian al dinero
y es su dios, pero, ojo, que los corruptos son de nuestra pasta y nosotros
podemos llegar a ser de la suya, así que ¡ojo! con sacar pecho.
Esa luz se llama solidaridad, desprendimiento,
altruismo, generosidad, dar sin nada a cambio. Valores imprescindibles para
vivir la vida que nos ha tocado vivir y con ellos iluminar la noche.
Y por ello estamos agradecidos, a las Instituciones, al Ayuntamiento y los
Centros de Mayores en este caso, que nos permiten ejercer estos valores,
nuestros conocimientos y destrezas y la experiencia de cada cual y a los
propios alumnos que sacan lo mejor de todos nosotros, sin que ello sea una
excusa para ahorrarse puestos de trabajo. Tema delicado.
Somos los más beneficiados. Así lo creo
y así lo vivo en mis talleres de escritura creativa. Ellos me obligan a estar
activo, ser más creativo, preparar un programa distinto para cada curso, y ya
van cuatro, y cada sesión, donde te la juegas cada día, como dicen los buenos
maestros y profesores y yo solo aspiro a ser un alumno aventajado de la escuela
de los mejores.
Mi particular reflexión sobre la
solidaridad. Eso me salió un día jugando con la palabra, que si la desdoblamos
nos encontramos con SOL - DAR - DAD - Y
- Y:
Sol, para todos sin excepción, blancos,
negros, ricos, pobres...
Dar, entregar, sin pedir nada a cambio, como el río que fluye y
enriquece la vega con sus aguas y darse, soldarse con el otro y caminar a su
lado.
Dad, como mandato por parte de una
sociedad de que nos interpela y llama al
compromiso.
Y más Y, juntos, unidos, en cadena, en red.
Llamados a salvar el planeta que supone
limpiar el jardín y la ribera de tu propio pueblo, terminé diciendo. Salvamos el planeta cada vez que ejercitamos
la generosidad y damos parte de nuestro tiempo y de nuestros pequeños o grandes
conocimientos.
Oímos algunas
canciones en el salón del Ayuntamiento donde se celebraba el acto y, tras oír
unas bellas canciones de acordeón, nos fuimos más de doscientas personas allí
reunidas a una comida de hermandad, en señal de agradecimiento de parte de la Corporación Municipal.
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