“En cierta ocasión un anciano fue al bosque a cortar leña, cargó con ella
y emprendió un largo trecho. El camino le agotaba.
Arrojó la carga y llamó desesperadamente a la muerte.
Ésta apareció al instante y le preguntó por qué le había llamado.
El anciano, cuando la vio tan cerca, contestó:
Para que me coloques de nuevo la carga encima”.
Esopo
Es una de las muchas fábulas que nos han llegado por transmisión oral,
atribuida a Esopo. Una vez más no he podido por menos de descansar a la
sombra de este sabio de Grecia del siglo VI antes de Cristo y de ese
anciano que se enfrenta a la muerte y aprenderme bien la lección.
Comentando esta fábula, el filósofo Daniel Innerarity, aborda el tema
del optimismo y del pesimismo en un magnífico artículo titulado
precisamente: ¿Por qué el pesimismo no es razonable?, saliendo al paso
de los tópicos, sin fundamento, que se han vertido al respecto,
prestando más prestigio a todos aquellos que se ponen del lado del
pesimismo y el acierto de colocarse del lado optimista resistiéndose a
dar al presente el carácter de lo definitivo: siempre es demasiado
pronto para concluir, como le pasó al viejo de la fábula, porque
mientras el tiempo dure hay posibilidad de aprender, de cambiar, de que
el sufrimiento se interrumpa o la injusticia sea reparada y que, en
definitiva, añade el filósofo, estamos rodeados de posibilidades,
concluyendo que el pesimista es un desmemoriado, siempre alguien
demasiado seguro y un reaccionario que olvida los males del pasado y lo
idealiza.
Pero volvamos a la fábula para disfrutar del coraje
del anciano, del cambio tan oportuno de parecer, dándose cuenta de que
se había precipitado, de sacarle partido hasta la muerte con un quiebro
inteligente y buena dosis de humor y seguir agarrado a la vida por
encima de todo, antes que dejarse llevar por su contraria, la muerte.
¡Qué corta (y qué larga y densa a la vez) la distancia entre la
desesperación y el abatimiento del anciano de la fábula y su reacción en
positivo y proactiva (término que acuñó Victor Frankl, neurólogo y
psiquiatra austriaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis,
en su libro El hombre en busca de sentido, ¡qué hermosura de libro!)
que le llevó a volver a tomar las riendas de su vida, cargar con el haz
de leña y seguir caminando.
La diferencia entre el talante negativo
y pesimista y un espíritu positivo y optimista es clara y de peso y con
Daniel Innerarity pienso que el optimista es incluso más razonable.
¿Por qué me has llamado?, le dijo la muerte.
Y el anciano contestó:
Para que me coloques de nuevo la carga encima.
Pues eso.
Y el anciano siguió su camino con el haz de leña a la espalda. Cuando
le vio su mujer entrando por la puerta le diría: pero, ¡hombre de Dios!,
¿cómo has tardado tanto?, estaba ya preocupada. No ha pasado nada, pero
hoy he vuelto a nacer, le respondería el anciano, como si tal cosa.
jueves, 26 de diciembre de 2013
A LA SOMBRA DE LOS MEJORES XX
Publicado por ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ en 8:50
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