miércoles, 11 de septiembre de 2013

DIARIO DE INVIERNO de Paul Auster


Estaba convencido de ello: en cada uno de nosotros hay materiales más que suficientes para una gran novela, pues bien, si tú no lo estás te invito a leer esta deliciosa novela Diario de invierno del escritor estadounidense, Paul Auster, que se lee de un tirón, lo que no te aconsejo, yo he estado tres o cuatro tardes con ella y como me daba tanta pena de que se acabara tan pronto dejé para el día siguiente las últimas diez o doce páginas.

Claro que para ello se necesita la pluma de un buen escritor y éste lo es. Auster se ha lanzado a tumba abierta a evocar episodios de su vida ante la llegada de las primeras señales de la vejez y supone un placer enorme degustar una prosa extraordinaria, por su frescura y viveza, tras la cual late una gran maestría de los tiempos narrativos, un análisis exquisito de todos y cada uno de los personajes, destacando el de su madre a quien dedica treinta y tantas páginas de una ternura y un dramatismo tan singulares como originales y un enganchar al lector fuertemente desde la primera página a la última. Escrita en segunda persona toda la novela, lo que a mi juicio es un gran acierto, como las estupendas digresiones, los recovecos que siguen prendidos en la memoria y la mirada hacia atrás desde un presente a las puertas de una vejez inminente. Y destaca el personaje central, él mismo, rico, complejo y que es analizado con una profundidad increíble y durante una gran parte de la obra tomando como hilo conductor las casas y pisos en donde ha vivido: la friolera de 21.

Nada de extrañar que se le considere como uno de los grandes escritores americanos actuales y que uno de ellos, Don DeLillo, haya dicho que “su obra brilla con originalidad e inteligencia”. Esta novela lo atestigua. Había leído otras del este autor que me habían dejado frío, pero esta me enganchó desde el principio al final y me ha demostrado a las claras que domina el lenguaje y la técnica de la novela a la perfección y que toda vida, como decía al principio, posee un material perfectamente apto para escribir una gran novela, naturalmente en las manos de un magnífico escritor como éste, que ha recibido, entre otros, el premio Médicis y el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

Terminé de leer las diez últimas páginas que me quedaban de nuevo recordando los momentos más trascendentales o los más nimios del río de su vida para terminar así:

“Tus pies descalzos cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes sesenta y cuatro años. Afuera, la atmósfera es gris, casi blanca, no se ve el sol. Te preguntas: ¿cuántas mañanas quedan? Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto. Has entrado en el invierno de tu vida”, ya sin saber si los personajes son reales o pura ficción, si es una autobiografía, que es claro que sí, o estamos ante una espléndida novela, lo cual no cabe la menor duda.

Por lo cual estoy seguro de que en este invierno que ha iniciado saldrán muchas más obras posiblemente más importantes y cuajadas, probablemente mejores. Fuerza y dominio narrativos no le faltan y un estilo propio tampoco.

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