miércoles, 25 de septiembre de 2013

A LA SOMBRA DE LOS MEJORES II





Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos”.
Federico García Lorca

¿Quién no sabe que estos dos versos pertenecen al famoso romance de La casada infiel, del Romancero Gitano, de nuestro genial poeta?
Un romance, a mi gusto de una perfección total, con descripciones deslumbrantes y una narración con los recursos mejores del drama, el suspense cortando el aire y la puesta en escena de todos los sentidos a punto para dibujarnos y contar y describir una historia maravillosa:
Y que yo me la llevé al río,
tanta prisa tiene el protagonista, que nos cuenta la historia, que se ha comido el primer verso del romance, para darnos en los dos siguientes octosílabos, un dato clave del relato: creyendo que era mozuela / pero tenía marido...
Se apagaron los faroles / y se encendieron los grillos:
Qué delicia de antítesis para describirnos la noche de Santiago. Qué imágenes eróticas más prodigiosas, lorquianas, marca de la casa: los pechos dormidos se abren como ramos de jacintos, el almidón de su enagua, pieza de seda rasgada por diez cuchillos, o sus muslos se me escapaban / como peces sorprendidos... Qué baile de compás de dos por dos: Yo me quité la corbata / ella se quitó el  vestido / yo el cinturón con revólver / ella sus cuatro corpiños.
Y qué final más sorprendente: Me porté como quien soy. / Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero / grande, de raso pajizo, / y no quise enamorarme  / porque teniendo marido / me dijo que era mozuela / cuando la llevaba al río.
¡Qué gran poeta vilmente asesinado!
“... Que fue en Granada el crimen, / sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...”
¡Larga vida en nuestra memoria!








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