Con la llegada de la primavera me fui a Urueña a dar el pregón de las
Fiestas de la Anunciada, con los acordes de la gaita en manos de Xoan y a saborear
el embrujo de su queimada, delicia de todo el vecindario.
Es mi tierra, y estaba orgulloso y agradecido porque me llevaron a
retrotraerme a la mejor de las patrias, la niñez, no en vano, antes de cumplir
los doce, cuando el destino me reclamó para altos oficios, fui varias veces a
la romería desde mi pueblo, casi-casi a las faldas de las murallas, no sé si a
rendir pleitesía y devoción a la Virgen o comer la tortilla y la leche frita
que nos preparaba mi madre. Aquella salida tenía un significado infinitamente
mayor que hoy un viaje a París, Estocolmo o Nueva York... y tuve que recordar,
asimismo, los años en donde hay que demostrar quién eres y cuánto sabes si
quieres aprobar una Oposición de la Diputación, en mi caso, y a la pregunta del
Tribunal sobre el nombre y estilo de la ermita de Urueña, antes de contestar
con rapidez me reí por dentro y un poco por fuera: Iba de niño a la romería. La
ermita está bajo la advocación de Santa María de la Anunciación (La Anunciada),
único ejemplar en toda Castilla y León, de estilo románico lombardo catalán,
siglo XII, contesté.
Y dije que, por orden del señor Alcalde, comience la fiesta, aunque les
forcé a escuchar mis cuatro toques-razones para toda fiesta, un sueño para
Urueña y un brindis.
Primer toque: Que la fiesta supone un paréntesis bello y necesario para
tomar conciencia del significado de la alegría, la convivencia, echar una cana
al aire y a la vida, un baile, una comida que sale de madre porque la madre se
esmera una vez más, del compartir, constando que la fiesta nos hace más
generosos que en el resto del año, y de la liberación del control social y del
poder paralizante de la rutina...
Segundo toque: O la importancia de la comida en un clima familiar y como acto eminentemente
social...
Tercer toque: Que no es posible la fiesta sin baile, y les recordé la
estrofa picaresca de nuestra tierra: Arrímate
bailaor / arrímate que no pecas / que
el que baila y no se arrima, es comer el pan a secas...
Cuarto toque: Que la fiesta potencia el paso del individualismo a la
socialización de los espacios y los espíritus...
El sueño para Urueña consistiría en que sepan conjuntar y coordinar los
muchos recursos extraordinarios en un pueblo de 200 habitantes, con varios museos, cinco restaurantes, doce
librerías, un Centro del Libro... para
ser a lo largo del año convivan en permanente amor y sintonía el libro, la
música y el medio ambiente en esta comarca de Tierra de Campos y Campos de Torozos desde el
balcón entre los dos territorios que es Urueña...
Y para que aprendas el brindis, por si un día me pillas in fraganti,
haciendo la apuesta que suelo hacer, me ganes una comida en el restaurante de
la zona que desees, si lo recitas exactamente igual:
Vino vinín, de la copa copín,
de la cantincopa.
El que no diga tres
veces:
Vino vinín,
de la copa copín,
de la cantincopa,
no probará ni una
copa.
¿Cómo se llama tu tía?
María.
¡Caramba, como la mía!
¿Y tu hermana?
Ana,
¡Caramba, como mi
hermana!
¿Y dónde tienes la
calle?
En la cuesta.
Caramba, como la
nuestra!
¿Y la casa?
En la plaza
¡Caramba, como mi
casa!
Pero vamos a ver:
Si tu tía se llama María,
caramba, como la mía,
y tu hermana, se llama Ana,
caramba, como mi hermana,
y teniendo la calle en la cuesta,
caramba como la
nuestra,
y la casa en la plaza,
caramba, como mi casa.
¿Por qué no nos
conocemos?
Porque no bebemos.
Pues para que nos
conozcamos.
¡Bebamos! ...
No sin antes lanzar un:
¡VIVA LA ANUNCIADA, VIVA LA PELLEJERA, VIVA URUEÑA EN FIESTAS!
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