Uno va persiguiendo, como el Johnny Carter
de Cortázar, no la música que ya tocó, sino la que está tocando mañana.
¿Te pasa? ¿Nos pasa que, en el fondo, estamos
persiguiendo el poema perfecto que defina y sintetice nuestro estilo, la clase
que no acabamos de bordar, el bordado que no acaba de satisfacerte, el cuadro
del que estés totalmente satisfecho, la canción redonda, el jardín soñado, la
obra que llevamos tanto tiempo madurando?
Porque es lo que realmente más interesa, lo
porvenir que es lo que nos permite crecer unos centímetros en humanismo, por
ejemplo, y sacar lo mejor de nosotros mismos. Si el pasado pasó con nuestras
obras regulares, malas o buenas, ahí está, pasó a mejor vida, aunque queden los
rescoldos, y en la memoria, no más que mejores o peores recuerdos. Y queda este
presente que se nos está yendo de las manos, siempre, y es el futuro que está
al acecho y que como no acaba de venir lo podemos seguir puliendo, madurando,
perfeccionando, esperando ilusionados. Perseguirlo, como dice Cortázar, debería ser un acuciante objetivo
que tira de nosotros y nos arrastra sin descanso y sin desmayo.
Por lo que es bueno, saludable y hasta
rejuvenecedor, perseguir la música que uno está tocando mañana, porque da vida a
las neuronas, se alimentan la pasión y el milagro de seguir vivos y activos sin
necesidad de caer en la pasividad y el desaliento poniendo puertas con recios
candados al campo.
Dicho lo cual me quedo más tranquilo trayendo aquí, en este mismo lugar,
un espléndido texto de Maruja Torres en un artículo titulado La rueda: “El futuro nunca ha
sido fácil. No lo fue para quienes queríamos huir de este país, aprovechando
cualquier oportunidad, para ponernos a salvo de la mediocridad y de la
servidumbre, ni lo es para quienes ahora, pertrechados con conocimientos y
estudios como yo jamás he tenido, se ven expulsados de la tierra que les hizo
las mejores promesas. Pero caminad, hermanos, moved la rueda”.
No hay más remedio, y mucho más cuando estamos metidos hasta el cuello en
este magma irrespirable de contaminación, corrupción y exabruptos (el último el
del Presidente de la patronal) en que se ha convertido este país de los mil
demonios: hay que perseguir la música que tocaremos mañana, seguir caminando y continuar
moviendo la rueda para salir de esta mediocridad.
5 comentarios:
Admiring the time and energy you put into your site and detailed information you present.
It's nice to come across a blog every once in a while that isn't the
same old rehashed information. Wonderful read! I've saved your site and I'm including your RSS feeds to
my Google account.
Here is my web-site ... http://rcn-neckarelz.de/Joomla/index.php?option=com_easygb&Itemid=37
"Hay que perseguir la música que tocaremos mañana, seguir caminando y continuar moviendo la rueda para salir de esta mediocridad". Y además con apasionamiento porque, como dice Ralpf Emerson, "nada grande se ha hecho nunca sin entusiasmo", y esta tarea de hoy, es inmensa. Como me gusta tu texto Ángel. Entero.
Gracias, Mª Jesús, esa frase de Emerson me cautivó la primera vez que la leí, citada por mi maestro, Muñoz Molina: "nada grande se ha hecho nunca sin entusiasmo". Que por cierto, hoy ha recibido un gran premio en Jerusalén.
Un beso
Ah, y muchas gracias a mis seguidores de lengua inglesa. Saludos cordiales.
Nunca entendí la vida sin dejarle su parte a la imaginación y la ilusión. Durante mucho tiempo escuché: el pasado, pasado es y, como tal, no sirve de nada; el futuro no existe, por tanto ¿para qué preocuparse? ¡Vive el presente! Y de verdad que esto podía sonar muy bien pero…
Otros, los más soñadores, decíamos: el pasado es el firme sobre el que apoyar mi espalda para lanzarme, desde el presente, hacia el futuro porque, si bien es cierto que no existe, no lo es menos que yo no puedo, afortunadamente, evitar que mañana amanezca. Y ahí seguimos, manteniendo siempre viva alguna ilusión, esperando que mañana, gracias a la imaginación podamos dejar un mundo mejor.
Un abrazo
Publicar un comentario