El clima político y social es irrespirable, pero tenemos que volver a
él, estamos metidos en él, y no vale esconder la cabeza debajo de ala, ni
escapar, ni esperar a que escampe, ni decir sin más que estamos ya hartos y a
otra cosa porque todos son iguales. A nadie se le ocurre decir, cuando la
propia casa está ardiendo, que ya dejará de arder, que no podemos hacer nada,
que no va con nosotros, que este país es un caso perdido.
Habría que continuar con la indignación, sensibilizándonos para que
vaya a más: hartazgo, indignación, vergüenza al por mayor, pasión por la
justicia, tolerancia cero a la corrupción y a los pésimos usos y costumbres
propios de un país bananero (valores de ayer, de hoy y de mañana); no permitir
que nadie se vaya de rositas del tema que hoy y aquí se está debatiendo, no
vale el “y tú más”, para tapar las propias miserias; pedir por activa y pasiva,
en las plazas, en las calles, en los medios de comunicación, de noche y de día,
en los bares y en los taxis... que ¡basta ya!, que estos políticos y los que
son como ellos, no nos representan, como los que los apoyan, como los que
entregan dinero sobornándolos, como los que están quemados o no vigilaron como
debían... deben irse, ya mismo, a sus casas, pasando por los juzgados o por la
cárcel, si es menester y, siempre,
devolviendo todo lo que se hayan llevado, qué menos...
Habría que sostener que, en política, ni vale todo ni valen todos,
tienen que estar los mejores, los más preparados, los más honestos, los más demócratas
(no lo salvadores de patrias, ni los que ya han demostrado que gobernaban para
sus intereses y solo para su clientela), todos aquellos a los que la ciudadanía
elige con nombres y apellidos en listas abiertas, porque han dado la talla en
humanismo, en buenas prácticas y mejor
gestión y saber rodearse de los más preparados y de los mejores, porque está en
juego toda la ciudadanía, toda la sociedad...
Habría que llegar a una renovación-regeneración profunda de los dos
partidos mayoritarios (los otros, que pongan las barbas a remojar), así como renovación
y regeneración en las mentes de toda la ciudadanía para empezar y, acaso de
paso, ir pensando en convocar elecciones generales ya y empezar de nuevo con
otros líderes, otro estilo, otros proyectos, diferentes presupuestos... sin
permitir que la economía esté por encima de los valores democráticos y la
soberanía del pueblo, ah, y un control superlativo allá donde se mueva un solo
euro.
Aquí o nos salvamos todos o no se salva ni Dios.
Nota al margen o no tanto: Leo en las declaraciones que ha hecho
el escritor, Manuel Vicent, con motivo de la publicación de su última novela
“El azar de la mujer rubia” sobre personajes de la transición española lo
siguiente, reivindicando el papel de los políticos de entonces: “Dieron lo mejor que tenían para sacar esta
empresa adelante. Lo que sucede ahora es justo lo contrario: los partidos se
han convertido en estancias cerradas con un aire irrespirable. Cada partido da
lo peor que tiene de sí”. Pues eso.
3 comentarios:
hay que echarlos como sea: Por las buenas ( cosa que dudo que se vayan ) o por las malas, osea, a hostias.
Tampoco es eso, Juan Carlos, no seas violento.
Es cierto Juan Carlos, no seas violento. Pero cuando se miccionen encima de ti, no digas que llueve.
y creo que lo están haciendo encima de todos nosotros.
Un abrazo
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