G. Busto
Se
cerraron las gateras. Ya no hay
gatos, ni fuera ni dentro. ¿Tampoco ratones? Probablemente no, pero lo que
sí hay es un tufo
pestilente de
ratones y gatos muertos que recorre las calles
y plazas de muchos pueblos,
ciudades y países enteros. Un ola invade el mundo y no precisamente de
paz, entusiasmo, justicia y reparto más elemental de los bienes y riqueza de esta
tierra, que es de todos o debería
serlo, pero
alguien
se lo va llevando a
espuertas a paraísos fiscales y llenar de
cachivaches horteras sus salones y cuadros de Miró en el
excusado que
¡hay que ser hortera! para tener
esos gustos estomagantes de nuevo
rico o rico de toda la vida sin dar un palo al agua, aunque no por haber creado mucha riqueza y ser rico de pro y gran emprendedor, lo que se agradece y se
reconoce en buena lid, tiene
derecho a llevarse casi-casi
todo el pastel y sin declarar a
Hacienda.
Ya
no hay gatos y probablemente tampoco ratones, pero lo que sí hay es un olor a
peste y podredumbre que
apesta en todos estos países tan
bellos, por otra parte, que no se merecen esta crisis y tanto desastre diseñada con lupa y sin conciencia por financieros, mercados y algunas gentes del bien vivir.
... ¡qué pena de gatos muertos, ahora que hay tanta rata pululando por los mentideros más insospechados! No doy nombres de la corrupción: están en la mente
de todos.
5 comentarios:
Los grandes espacios en blanco (bueno, en azul)que aparecen a lo largo de todo el texto, ¿obedece a algo, o es cosa de la máquina? Un saludo, Ángel.
Obedece a un arrebato, no místico, claro, casi un juego, un intento de darle lentitud al escrito (la última gatera) y no pasar de corrido. Ya sabes que vamos demasiado a aprisa a los sitios. Me gusta que el lector se pare y que alargue el discurso.
Tú sabes, Luis, mucho más de estas cosas.
Un abrazo
Con demasiada alegría, en todas partes, -la prueba es que esta última es bilingüe- fuimos eliminando gateras. Consecuencia: las ratas proliferaron por aquí y por allá. Tal es su número y fortaleza que cuando han querido controlarlas era, casi, imposible. Las ratas son muchas, demasiadas, y se han hecho tan fuertes que dictan sus propias normas. Cuando el juez… perdón, quise decir el gato, ¡en qué estaría yo pensando! Intentó imponer el orden, le cortaron las uñas y los bigotes, con lo cual dejó de ser gato y así no volvió a molestar.
Restablezcamos las gateras, antes de que sea tarde.
Un abrazo.
LADRONES Y PILLOS Y TIMADORES Y ESTAFADORES Y CHUPOPTEROS Y BANQUEROS Y POLITICOS HA HABIDO Y HABRÁ SIEMPRE. LO QUE HAY QUE SOLUCIONAR AMIGOS ES LA JUSTICIA EN ESTE PAÍS Y QUE SE CUMPLAN LAS CONDENAS A RAJATABLA!!!
C.D.
Ratón que te pilla el gato...
Muy buen texto, algo tan al orden del día y cuyo aroma no puede pasar desapercibido, sin embargo, por alguna extraña razón, el olor a podredumbre solo llega abajo, arriba no parece afectarles.
A ver si empieza a refrescarse el ambiente con un aire fresco a justicia social ¿Hasta cuando estaremos en las cloacas del cinismo?
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