La
mayor prueba de que la gente del Vaticano está en la Luna o más allá de las
estrellas es la de haberse metido en las Redes Sociales. No lo aguantarán
porque les lloverán críticas y palabros
a los que nos están nada acostumbrados, ya que han puesto siempre tras sus
sermones punto final, y sus fieles a lo más que pueden aspirar es a decir amén.
Y hoy, por fortuna, las cosas han cambiado, están cambiando, y cualquiera puede
llamar la atención al lucero del alba, con
todos los respetos o sin ninguno, y a veces con todos los argumentos
bien fundados y razonados a su favor.
No,
no pisan tierra y creen, aunque no parece que crean tanto, que todo puede
beneficiar al convento y en cuanto ven un micrófono abierto les entran ganas
imperiosas de evangelizar y adoctrinarte. Ahora es Twitter.
Pondrán
el grito en el cielo, no aguantarán ni un envite, y tendrán que volver a sus iglesias
y sacristías. El aire libre, bohemio, poliédrico y multicolor no va con ellos.
Lo suyo es el viento seco y huracanado del dogma y cuando se ponen modernos es
para montar espectáculos pasados de onda y siglo.
En
el primer tuit nos ha bendecido a todos. Ya podemos dormir tranquilos.
2 comentarios:
Sin temor a cometer ninguna irreverencia me atrevo a decir: ¡este dios es la hostia! ¿deja en manos de uno el ser maldecidos o bendecidos todos...no lo entiendo.
Loado sea el Señor.
Con todos los respetos, también me pasa a mí, amigo Pastor, que no lo entiendo. Alabado sea Dios.
Te enviaré el artículo de hoy de EL PAIS de Manuel Vicent, para algunos seguro que irreverente, pero muy sabroso.
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