Nacieron para
vivir a ras del suelo, en su país, Egipto, como tantos otros, difícil para
sobrevivir si eres mujer y además ciega y pobre, pero su rebeldía les
ha permitido volar más allá de las estrellas constituyendo un maravilloso
ejemplo para el resto de hombres y mujeres del
planeta.
40
mujeres, musulmanas, ciegas y pobres conforman la “Orquesta de la luz y la Esperanza” y han
decidido volar y soñar, con los pies en el suelo y en las estrellas, tras la
música de Mozart, Strauss, Dvorak, Purcell y Bizet.
El
magnífico reportaje de John Carlin, en EL PAÍS, nos acerca a estas mujeres y lo
que sienten por dentro cuando se trasladan a ese mundo mágico de la música.
“Me escapo, dice una de ellas. El mundo real,
para mí es como fuego. Guerras, protestas, gente que muere, todo patas arriba,
siempre ruido de conflicto. A veces, no
me siento a gusto en este mundo. En la orquesta dejamos de lado todo eso.
Cuando toco, me siento como si estuviera
ben la ciudad del amor. Me siento como un mariposa en el cielo, bailando. Puedo
expresarme, existir en este mundo a través de la música, y me enorgullezco de
ello”.
Ya
ves: del mundo del suelo, del abandono y la pobreza, al de las ventanas más
altas, un largo viaje, deslumbrante y enriquecedor.
3 comentarios:
Impresionante, bellísimo y emocionante. ¡Gracias a ellas y a tí!
Pues la verdad... con el mundo que les ha tocado vivir... qué fortuna que se puedan refugiar en la música. Es una salvación. Como dice Amelia Valcarcel, nacer mujer en algunos sitios, significa nacer para el infierno.
¿Quién fijó el límite de lo imposible?
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