martes, 8 de mayo de 2012

“¡SILENCIO, HE DICHO!”, NO, POR FAVOR


VENTANA 40

He cantado más de una vez las excelencias del silencio como actitud positiva y reivindicativa frente a la crispación y el ruido, focalizando mi argumentación en los valores de una ciudadanía respetuosa con el adversario y mucho más tolerante con el que piensa de forma muy distinta a la nuestra.
Pero el silencio que, en estos últimos días, algunos políticos de la derecha (Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre) exigen, y no se andan con rodeos, al Partido Socialista (sin yo ser de ningún partido, para aviso de navegantes) no me parece de recibo, más aún, lo juzgo, a todas luces, escandaloso y propio de otros regímenes de los que hemos tenido harta y dolorosa experiencia. No, no es el silencio, que yo propugnaba, frente a tanto apocalíptico, trompetero, agitador de humo y malos modales, voceros y plumillas obsesionados por llevarnos a otros tiempos por fortuna pasados.
“El silencio, escribía este domingo Juan Cruz, está bien  para los funerales, o para escuchar, pero no es adecuado para la tarea política, pues solo de la conversación sale la luz. En política, el silencio es un fogonazo agresivo, una tachadura”.
                                                                            Foto de Gloria Rivas

 Este es otro tipo de silencio el que se pide: un silencio obligado, impuesto, que suena a grilletes y a cárcel para todo adversario político, olvidando, ay, que en un estado democrático, todos, y no digamos la oposición, disponemos como derecho constitucional la palabra (léase el artículo 20 de la Constitución Española en donde se reconoce y protege, entre otros el derecho a “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra”) que entre otras cosas nos distingue de los simios y de todas las dictaduras que en el mundo han sido y continúan existiendo. Una palabra libre, diferente, nueva, defensora de la justicia y de los débiles, de los inmigrantes y de las casas de acogida, contra el silencio de la memoria histórica, el paro, los recortes del Gobierno y las inyecciones de dinero público, con la que está cayendo, a Bankia..., por poner algún ejemplo a mano, una palabra que aumente nuestra estatura y nuestra dignidad y dé sentido a la lucha por un mundo menos áspero e injusto y más libre y saludable.
¿Silencio? ¡¡¡No, por favor!!!

3 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

¿Cómo era aquello de :"Si he perdido... me queda la palabra?" Seguro te la sabes entera. Yo también
Me ha gustado.

El pastor de... dijo...

EN EL PRINCIPIO: si no tenía palabra, ni pensamiento, ni podía obrar… tampoco tenía vida. ("Que seamos limpios y castos en pensamiento, palabra y obra"). Por eso, hoy, mientras tenga vida, no podrán privarme de la palabra.

Sed buenos...

Anónimo dijo...

Oye pastor... hazte un facebook.