viernes, 18 de mayo de 2012


EL MILAGRO DE LAS LARVAS

De aquí…

Hacer lo más difícil quizá no sea lo más dificultoso, muchas veces es lo más fácil lo que engendra mayores dificultades y problemas. Todos podríamos componer un largo listado de las cosas más fáciles de este mundo que nos resultan barreras infranqueables. De ahí que siempre me haya llamado poderosamente la atención la facilidad pasmosa del proceso de muchos seres que sufren metamorfosis, y lo hacen al ritmo sabio y pausado de la naturaleza, lo difícil se produce, como en este caso, con la mayor de las desenvolturas, mientras que en los humanos resulta dramático, y si no véase el proceso que sufre Gregorio Samsa, el protagonista de la genial novela de Kafka, por poner un ejemplo límite.

Y de allá…


“Ovillarse es la postura del aislamiento”, escribía recientemente Gustavo Martín Garzo en uno de sus espléndidos artículos quincenales en el suplemento cultural La sombra del ciprés, que me ha estimulado a seguir buceando río arriba del discurso para ver cómo a unos seres los lleva a la esterilidad y huir del mundanal ruido para ensimismarse en la propia descomposición o la vana ensoñación, frente a las larvas, de las mariposas por ejemplo, que tras un estado similar a la hibernación despiertan a una envidiable belleza en todo su esplendor.
Kafka, sobre el que gira el artículo de Martín Garzo, fue un escritor de primera fila que se pasó la vida buscando lo pequeño y hacerse insignificante como sus personajes, seres deformes y perseguidos, buscando el aislamiento y tratando de ovillarse en su propia jaula, aunque gracias a su genialidad logró regalarnos una obra excepcional con lo que la hibernación buscada y pegada a su piel, dura y cruel, engendró  en su caso una hermosa cosecha de grandes vuelos.
Dos hermosas lecciones de las larvas que terminan ofreciendo el milagro de su reconversión y de quienes ofrecen lo mejor de sí mismos salido del esfuerzo de sus manos de artistas, la entrega apasionada y su mente al servicio de una idea que mereció la pena, frente a ovillarse y aislarse de todo y todos.
Pero lo malo y lo estéril se da cuando nos ovillamos tanto en nosotros mismos que además de aislarnos del mundo nos deja vacíos e inermes sin abrirnos al milagro de la primavera que espera a todo ser.

No hay comentarios: