EL MILAGRO DE LAS LARVAS
De aquí…
Hacer lo más difícil quizá no
sea lo más dificultoso, muchas veces es lo más fácil lo que engendra mayores
dificultades y problemas. Todos podríamos componer un largo listado de las
cosas más fáciles de este mundo que nos resultan barreras infranqueables. De
ahí que siempre me haya llamado poderosamente la atención la facilidad pasmosa
del proceso de muchos seres que sufren metamorfosis, y lo hacen al ritmo sabio
y pausado de la naturaleza, lo difícil se produce, como en este caso, con la
mayor de las desenvolturas, mientras que en los humanos resulta dramático, y si
no véase el proceso que sufre Gregorio Samsa, el protagonista de la genial
novela de Kafka, por poner un ejemplo límite.
Y de allá…
“Ovillarse es la postura del
aislamiento”, escribía recientemente Gustavo Martín Garzo en uno de sus
espléndidos artículos quincenales en el suplemento cultural La sombra del ciprés, que me ha
estimulado a seguir buceando río arriba del discurso para ver cómo a unos seres
los lleva a la esterilidad y huir del mundanal ruido para ensimismarse en la
propia descomposición o la vana ensoñación, frente a las larvas, de las
mariposas por ejemplo, que tras un estado similar a la hibernación despiertan a
una envidiable belleza en todo su esplendor.
Kafka, sobre el que gira el
artículo de Martín Garzo, fue un escritor de primera fila que se pasó la vida
buscando lo pequeño y hacerse insignificante como sus personajes, seres
deformes y perseguidos, buscando el aislamiento y tratando de ovillarse en su
propia jaula, aunque gracias a su genialidad logró regalarnos una obra
excepcional con lo que la hibernación buscada y pegada a su piel, dura y cruel,
engendró en su caso una hermosa cosecha
de grandes vuelos.
Dos hermosas lecciones de las
larvas que terminan ofreciendo el milagro de su reconversión y de quienes
ofrecen lo mejor de sí mismos salido del esfuerzo de sus manos de artistas, la
entrega apasionada y su mente al servicio de una idea que mereció la pena,
frente a ovillarse y aislarse de todo y todos.
Pero lo malo y lo estéril se da
cuando nos ovillamos tanto en nosotros mismos que además de aislarnos del mundo
nos deja vacíos e inermes sin abrirnos al milagro de la primavera que espera a
todo ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario