sábado, 26 de marzo de 2011

HACÍAN EL AMOR TODAS LAS NOCHES Y NO LO SABÍAN


Me da cierto apuro, porque hablar de poesía es hablar de palabras mayores, pero soy un atrevido y me he metido tan de lleno con ella que estoy corrigiendo las pruebas de mi primer libro de poemas. Un aficionado, no más, y es suficiente. Quiero haceros partícipes y daros como primicia uno de los últimos poemas del libro. Ya sabéis, si no dices de forma repetida “he venido a hablar de mi libro”, la gente es que no se entera, y duele. Pues eso, una primicia:

Él lo llevaba mal,
ella, sin embargo, bastante bien.
Él no se conformaba con una vez al mes
y cuando se pasaban dos,
sin apenas tocar el paraíso,
se subía por las paredes de la nostalgia
y la tristeza.
Ella no llevaba la cuenta
y en el calendario de los días y recuerdos
se fijaba en otros muchos detalles
y en otros, para ella,
más cálidos acontecimientos.
Y así pasaron muchos años,
hasta que él,
persuadido de que era inútil darse contra el muro
de las lamentaciones,
se convenció de que no merecía la pena caer
en la tristeza, la desgana
y el rancio y recio marchamo de la raza,
y que más valía sacarle a la vida
lo que ésta con gran magnanimidad regala
cada día y cada noche en dulcevela.
Hasta que llegó una noche
en la que descubrió el mayor de los regalos para el cuerpo
y descanso de la mente
y del espíritu:
llevaban muchos años haciendo el amor todas las noches
de forma relajada,
tierna,
intensa
y plena.
Ella, como siempre, con un leve movimiento de mano
solicitaba que él se diera la vuelta y le hiciera la silla,
y él, solícito, se volvía con rapidez,
le hacía más que la silla, un sillón cálido,
cariñoso
y reconfortante,
le cogía la mano durante largo rato,
mucho más duradero que lo que dura la relación de los sexos
a la espera de la llegada del éxtasis,
hasta que cansado de la misma postura, pero feliz,
por el orgasmo (sin orgasmo) compartido,
se volvía para dormir a pierna suelta con sus sueños
y sus espacios más personales e ineluctables.
Y sucedió
que dejó para siempre aparcado el calendario,
dejando asomar el arco iris
de los múltiples momentos de cada semana,
cada mes,
y cuanto sucedía entre los dos,
disfrutando de todos sus colores y feliz
por el descubrimiento.

2 comentarios:

Luis del Pozo dijo...

Cuando la Luna se hace dueña de la noche y la serotonina se pone en paro, por la ausencia del Sol, el tú y el yo se mezcla, se confunden y, entonces, la contabilidad, las matemáticas, creaciones del hombre para saber cuanto posee, dejan de funcionar, y el envolverse en tibia piel es el mejor placebo para mitigar el miedo a la soledad, que todos traemos de serie. La poesía, tú poesía, atrapa lo que la experiencia humana tarda decenios en descubrir. Bueno, esto me lo ha provocado la lectura de tu artículo, y aunque ni añade ni quita ahí lo dejo.

Un abrazo
Nanete

Anónimo dijo...

Al hilo poético, dos ideas :

La sexualidad puede ser tan casta como el cielo azul despejado de nubes. Krishnamurti

En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación. Octavio Paz