sábado, 2 de abril de 2011

UNA NUEVA ERA PARA LA MUJER ÁRABE



Con este título aparecía en la portada del suplemento en castellano del New York Times, a seis columnas, un artículo espléndido y esperanzador que arranca con el ejemplo de las mujeres tunecinas y el consejo a las mujeres de Egipto: “Nosotros lo hicimos, vosotros también podéis”. Quién iba a decir hace unos pocos meses, que un pequeño país, Túnez, sin importancia alguna a escala árabe y mundial, iniciara un proceso de consecuencias ilimitadas y que en este momento se siente orgulloso de servir de ejemplo a otros países que han comenzado a mover sus aguas estancadas durante tanto tiempo.

Y las mujeres, al lado de los jóvenes, se han hecho más visibles que nunca y han comenzado a reivindicar por encima de todas las cosas una mayor dignidad y unos derechos que les han sido negados con toda impunidad y desvergüenza.

No es casual que haya sido en Túnez, porque las mujeres tunecinas fueron las primeras dentro del mundo árabe que consiguieron el derecho a votar en 1956. Asimismo consiguieron el derecho al aborto el mismo año que lo hicieron las estadounidenses. Y más y más: por ejemplo que la poligamia está prohibida, que hay más mujeres en el Parlamento tunecino que en el Parlamento francés, que el matrimonio está supeditado al consentimiento femenino y las minifaldas se ven al lado de los pañuelos musulmanes en feliz convivencia. Y que las mujeres tunecinas son cultas y el número de universitarias supera al de los hombres y se están poniendo a la par en las profesiones de juez y médico.

¿Cómo no ser un ejemplo a seguir?

El expresidente Ben Ali, que se jactaba de ofrecer estos datos, en estadísticas precisas, no se daba cuenta, el pobre diablo, que siendo la realidad así de cultivada y testaruda, tenía los días contados. Como no se dan cuenta los vecinos de que, más pronto que tarde, los tiempos están cambiando contra ellos y contra los profetas de aquí que veían a estos países condenados a las dictaduras más feroces y corruptas y a favor de una nueva era que amanece. Y no es retórica hueca porque ya en estos últimos días cientos de tunecinas se han manifestado públicamente y han expresado abiertamente que la futura constitución deberá subrayar "el principio de separación entre la religión y el Estado, la paridad entre hombres y mujeres en todas las instituciones, así como los principios de igualdad y de no discriminación".

Lluís Bassets, terminaba hace unos días en un magnífico artículo, como todos los suyos, de esta manera: “Gadafi tardará más o menos en caer, pero su régimen no saldrá de ésta: es un apestado. Túnez y Egipto ya están en transición: los dictadores no regresarán. Los pueblos árabes saben cuál es la siguiente estación de la historia. Esto solo acaba de empezar. No hay que tirar la toalla”. Parece que está meridianamente claro.

No hay comentarios: