viernes, 12 de noviembre de 2010

GRACIAS A ELLOS EL PAISAJE ES MÁS HABITABLE




IRENE SENDLER
Le dediqué hace tiempo uno de mis escritos y, porque no deseo que se vaya de mi memoria, vuelvo sobre ella: era de Polonia y se llamaba Irene Sendler. Me la ha recordado, hoy, mi admirada Rosa Montero en un bello y espléndido artículo, cuándo no son. Irene Sendler, murió hace dos años a los 98 años de edad y lleva sobre su memoria una de las historias más emocionantes y ejemplares del siglo XX en sus años más atroces. Trabajaba de enfermera en el gueto de Varsovia y logró salvar a 2500 niños judíos a los que sacaba en bolsas y sacos de patatas para burlar la vigilancia de la Gestapo. Pero fue detenida y salvajemente torturada, a pesar de lo cual no dio un solo nombre ni el lugar donde los niños habían sido ocultados. Fue condenada a muerte y un soldado la dejó huir cuando la llevaban a ejecutar. Irene Sendler ilumina nuestras tinieblas interiores y exteriores.

JANUSZ KORCZAK
Otra historia en la negra y larga noche de lo peor del siglo XX.
Janusz Korczak, nació en Varsovia, hijo de una familia acomodada, su padre abogado conocido. Era un médico querido por sus enfermos. De él escribieron: “Para él, la niñez era el hombre mismo. El niño era la clave de todo lo humano y deseaba liberar al niño de la dictadura del adulto”. No tuvo hijos y albergó en una institución para niños pobres, los niños que consideró sus hijos: en un orfanato. Se lo describe así: “Yo lo he visto de cerca en su rol de padre y pedagogo. Lo he visto bañarlos y limpiarles los zapatos, compartí sus tristezas, sus inquietudes y sus alegrías. Su dolor por los niños enfermos, cuando en punta de pie vigilando de noche a los afiebrados; arreglando las frazadas y almohadones desordenados, en el inquieto sueño, como un ángel guardián”.
Vino la guerra y esta historia terminó a partir de agosto de 1942, cuando el Doctor Korczak acompañó a sus doscientos niños a las cámaras de gas de Treblinka. Al llegar al campo de concentración un oficial de las SS ofreció al médico la posibilidad de salvarse, pero se negó y entró con sus niños en las cámaras de gas. No podía dejar a los niños en la soledad de la muerte. Janus Korczak, otro nombre a una lista que nos redime de alguna forma y hace que el paisaje sea más habitable.

Rosa Montero recoge estas historias para contraponerlas al horror que siguió tras la Segunda Guerra Mundial tal y como lo describe el historiador británico Giles MacDonogh, en un libro reciente, Después del Reich, crimen y castigo en la posguerra alemana, con datos y testimonios escalofriantes: Los vencedores arrasaron, asesinaron, trituraron. Los vencidos fueron internados en campos de concentración atroces, fueron humillados, deportados y sometidos a suplicios bestiales. Por ejemplo, en Praga colgaron a los alemanes en fila de las farolas de la ciudad y los quemaron vivos, como antorchas humanas. Los aliados fusilaron en masa a niños y mujeres y torturaron a los presos de manera sistemática. Más de tres millones de alemanes murieron después de que se acabara oficialmente la guerra; dieciséis millones y medio de civiles fueron expulsados de sus hogares, y en 1946 nacieron al menos 200.000 niños frutos de violaciones. El horror de las posguerras… y a estas alturas totalmente desconocido.

3 comentarios:

Hutch dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hutch dijo...

Conocía esas dos historias polacas, aun así es emocionante recordarlas. Gracias.

El pastor... dijo...

Cada vez que releo sobre la vida de estos, y otros, seres especiales, no puedo evitar emocionarme. Espero y deseo que haya algo después de esta vida, siquiera porque les llegue mi más sincero agradecimiento por todo lo que nos dejaron con su semilla. Ellos, no solo eliminaron los cardos que había en el sembrado, si no que hicieron, y hacen, que la cosecha sea abundante a pesar de los sembradores de abrojos.

Un abrazo