lunes, 8 de noviembre de 2010

ELVIRA LINDO, espléndida escritora


Quienes me siguen de cerca saben que tengo debilidad por Antonio Muñoz Molina y que le considero como uno de los mejores escritores actuales y hasta noto que tengo cierta adicción a todo lo que este hombre escribe. Pues bien, me pasa un poco lo mismo con su mujer. Se hizo famosa con su serie inolvidable de Manolito Gafotas, sin olvidar el impecable doblaje que hacía del personaje, triunfó con sus artículos veraniegos en EL PAÍS, Tinto de verano, tan refrescantes, originales y tan bien escritos, los artículos que nos regala todos los domingos, Don de gentes, en el mismo diario, con un cambio de tono y de fondo, no tienen desperdicio, y cuando se ha metido con la novela está demostrando que tiene tirón y un futuro en ascenso.

La novela que ha publicado recientemente, Lo que me queda por vivir, con ciertos ribetes autobiográficos, que para nada rebajan su nivel, es una novela que entretiene, se lee con enorme facilidad y va al fondo de las cosas, las situaciones, la época y los personajes, saliendo de manera sobresaliente en el empeño. Escrita con una prosa clara, diáfana, y bien trabada y trabajada, de párrafo alargado, que se agradece, porque da lugar a internarse en los meandros de la alta literatura.

Sostengo que es una gran novela, que deja un buen sabor de boca y una empatía siempre sana hacia los personajes principales. La relación entre la madre y el hijo de cuatro y cinco años está dibujada con unos perfiles que se graban en la memoria y perduran por la maestría con la que están perfilados. Además de la pérdida y el desamparo, la soledad, la crónica de un aprendizaje y la protección del hijo a la madre y de ésta al hijo, como anécdotas que trascienden y van al fondo de las cosas y la vida.

Me da que mucho de Antonia, el personaje central, hay en Elvira Lindo y de Elvira Lindo en Antonia y que la fragilidad, el tema central de la novela, encuentra su puerto seguro en su hijo, con este final: “Ahora le miro a los ojos, le miro intensamente a los ojos, me dice: “Anda, no llores”, y presiento, lo sé, que sea lo que sea lo que anda por esa cabeza, está salvado, salvado, y yo con él, porque de su salvación depende la mía”, y tras la orfandad, la inmensa soledad del Madrid de los ochenta y el primer fracaso amoroso, y lo más importante, lo cotidiano, lo sencillo, lo local, el barrio… y hasta algún toque biográfico, si es que lo hay, se convierten por el arte de la magia de la literatura en algo universal que nos habla de emociones y sentimientos, de hombres y mujeres de carne y hueso que se enfrentan a los grandes temas del ser con su soledad a cuestas, su fragilidad, sus pérdidas y la fortaleza de apostar por la vida abriendo puertas y senderos para echarse a andar con los otros.

Bueno, pues eso, que me atrevo a recomendarte: Lo que me queda por vivir.

2 comentarios:

Hutch dijo...

En clase, leemos algunas novelas de "Manolito" y a los chicos les entretiene y se divierten. Saludos.

Anónimo dijo...

Gracias por la recomendación. Lo voy a leer y seguro que me gusta. Haremos el comentario.
Se agradece que de vez en cuando nos recomiendes alguna lectura.
Ya leí "El olvido que seremos" y "La noche de los tiempos". Buenas, muy buenas.