martes, 1 de junio de 2010

TIEMPO DE MESURA Y SOLIDARIDAD

Claudio Magris, uno de los más importantes escritores mundiales actuales, ha dicho que el mundo nunca ha estado más necesitado de política que ahora, y estoy de acuerdo, pero aclara que la política debe reivindicar una cultura de la mesura y la solidaridad, y estoy más de acuerdo aún.

Comentaba éstas y otras ideas con mi hijas y, la mayor, Inés, mileurista, manifestaba estar profundamente escandalizada de las diferencias abismales de los sueldos y abogaba, quizá un tanto ingenua como revolucionaria elemental, por poner límites, no sólo a las nóminas millonarias, sino que no se debería ganas más de tres o cuatro mil euros mensuales, decía, aun sin pretender la igualdad total, porque con ese dinero ya se puede vivir de sobra (y ella lo dice desde la cultura de la mesura, la austeridad y la solidaridad en la que libremente se ha instalado).

Dimos un repaso a algunos sueldazos y, desde estos planteamientos, cómo entender los diez millones de euros al año que cobrará ¡qué disparate! el entrenador del Real Madrid, Mourinho, por poner un solo ejemplo, y seguiremos millones y millones de espectadores embobados con el Real Madrid o el Barça como que aquí no ha pasado nada y ha pasado. Igualmente escandalizado con este caso un ciudadano de Logroño enviaba un carta al director de un periódico nacional en la que decía estar consternado, él hablaba de 11 millones y haciendo cuentas con la calculadora en la mano le salían cerca de cinco millones de pesetas al día y terminaba la carta con este párrafo que comenté a mis hijas: “Y todo esto cuando estamos rodeados de gente que tiene que pasar el mes con 400 euros, e incluso menos. Por favor, que alguien me dé algún argumento para poder explicar el hecho a mis hijos, a los que están hablando todos los días en el colegio de austeridad, solidaridad en tiempos de crisis y sentido ético de la vida”.

Está claro, necesitamos, todos, (y cuando digo todos, quiero decir todos) dar un viraje a nuestro sistema de vida, porque sólo así este sistema neoliberal y capitalista que nos ha traído estos lodos, podrá transformarse en uno más humano, más justo y menos selvático.

Y convendría añadir para navegantes despistados la “resiliencia”, esa actitud introducida como concepto en los años 70, pero que viene de muy antiguo, la “entereza” que nos decían y en la que nos educaron, que nos habla de la capacidad de adaptación, recuperación y superación frente a la adversidad, las crisis y los contratiempos, ah, y sin olvidar que estamos o debemos colocarnos en tiempo de mesura, austeridad y solidaridad por encima de otros señuelos y zarandajas.

2 comentarios:

Hutch dijo...

Estoy de acuerdo con la austeridad y la solidaridad, no así con la mesura. Esos datos que nos proporcionas del deporte, la televisión y los que yo apunto: la política y, en especial, ésa que ahora se nutre de despropósitos continuos, no invita ni a la mesura, ni a la templanza; en mi ánimo no está someterme a esas virtudes. Saludos.

El pastor... dijo...

Vamos por partes: ¿por qué nos quejamos de lo que les dan y se llevan? Hace poco cantábamos las excelencias, el arte, que hacía falta para darle patadas a una pelota, hasta hacerla pasar entre tres palos anclados en el suelo. ¿por qué les dan tantos millones? porque yo me embobo (si así lo hiciera) delante del televisor.

¿Por qué nos liamos entre hilos, trajes y correas? Porque mañana me preguntarán y diré (si así lo hiciera) lo mismo que dije antes de que supiera lo granujas que son. Al fin y al cabo voto a los míos.

¿Solidaridad? Sí, pero cuidado con acomodarnos. "Si alguien te pide para comer, enséñale a pescar".

En cuanto al pensamiento de tu hija Inés: yo no me atrevería a ponerle tope a lo que debe cobrar la persona que, de momento, me prolongó la vida 8 años. Y para los maestros les aplicaría, actualizada, la pragmática de Enrique II en favor de éllos.

Todos iguales ¡no! nada habría más negativo y aburrido. Todos con las mismas obligaciones y los mismos derechos, en este orden, porque no puede haber pan si antes no sembramos el trigo.

Y también creo que un poco de mesura no iría mal.

Perdón (y quería haber seguido más) por extenderme tanto, pero es que...soy de campo.

Un abrazo