viernes, 11 de junio de 2010

LA PÁGINA EN BLANCO


Nos engaña la mente, la intuición, el cansancio, el miedo a perder gas, pero afortunadamente no son más que eso, engaños, falsos temores, que se van desvaneciendo con el paso de los días y hasta de las horas. Terminas de escribir un artículo y ya crees por instantes que será difícil volver a llenar la página en blanco con otro de similar factura, por lo que entiendes al novelista que, embarcado meses y años en escribir 800 páginas, quiera descansar y darse un compás de espera que forzosamente será de dudas y de algunos razonables miedos, pero volverá a la tarea, si es que vuelve, y encontrará nuevos argumentos, otras historias que hilvanar y pergeñar, más reflexiones personales que le darán profundidad al relato, personajes de ficción que se a asemejan seres de carne y hueso y seres reales que parecen fruto de la imaginación más encendida.

Hay semanas, acostumbrado a manchar páginas de cuadernos o directamente sembrar la pantalla de pájaros sueltos que van y vienen por su cielo inmaculado, que se pasan en blanco dedicado a otros menesteres no menos valiosos, pero quienes llevamos, mal que bien, el veneno de la escritura, cuando esto llega, se concentran como pájaros de mal agüero, inquietando con aires de impaciencia y hasta cierto malestar.

El pensamiento de Goethe: “Amo a los que sueñan con imposibles”, se me antoja un aviso para navegantes en tiempos de sequedad, porque nada como el sueño de lo imposible para seguir navegando por ese río caudaloso de la creatividad que va en nuestro interior. Quizá sólo sea necesario estar al acecho, en espera activa, frente a la página en blanco, lo decía Picasso, que la inspiración te halle trabajando, y llega. Si el gran poeta francés Rimbaud, que dejó de escribir a los veinte años, se hubiera dedicado a escribir en lugar de malvivir y malhacer, hubiera seguido con su vena creadora a buen seguro nos hubiera regalado otras grandes creaciones poéticas, y que se ha tomado como referencia para decir que la creatividad puede morir y, más sin sentido todavía, que esta facultad sólo se aviene bien con la juventud, despreciando a la ligera una lista infinita en todos las ramas del saber y del arte de obras verdaderamente geniales. Y ahí están: el mismo Goethe, Miguel Ángel, Picasso, Rusell…, y en nuestros días Manuel Oliveira, Clint Easwod, Oscar Niemeyer, Saramago, Rita Levi…

Lo que vale para ti, tanto si te dedicas a escribir, como si lo tuyo es la docencia, cuidar el huerto, cocinar, diseñar proyectos culturales, políticos, económicos o aquello que te traes entre manos y lo vives con pasión. En los tiempos que corren de pensamiento único, en los que todos los gobiernos tienen que obedecer las mismas órdenes neoliberales y capitalistas de financieros y mercados (y los ciudadanos bajando la cabeza sumisos, apuntando con el dedo a la luna o cultivando la cultura de la queja) urge el pensamiento divergente que ponga en solfa el actual sistema para salir todos de esta maraña espesa, de esta página diabólica en blanco que puede llegar a paralizarnos tanto si nos dormimos en los laureles de la comodidad como si doblegamos la cerviz sin rebelarnos.

No hay comentarios: