jueves, 13 de mayo de 2010

PACO DE LUCÍA



Hace unos días le preguntaban al genial guitarrista Paco de Lucía, al final de una entrevista, en EL PAÍS, que qué le queda por hacer. Y ésta es la respuesta de un sabio, además de genio y por lo tanto humilde: "Pues… ¡todo! Lo único que he hecho en mi vida ha sido tocar la guitarra. ¡Una vida pobrísima, imagínate!"

¿Qué nos queda por hacer a los 40, 65, 80 y más?
Pues todo habría que decir, y no siendo Paco de Lucía, más que todo, sin más rodeos, sin mas alardes, siempre fatuos, de lo mucho que hemos vivido, aprendido y hecho, porque en realidad habrá sido poco más que nada, en el mejor de los casos e incluso en aquellos que, como Paco de Lucía, hayan sido extraordinarios en alguna materia: perfectos cirujanos, juristas, arquitectos, ebanistas, camareros… sí, y de lo demás qué, ni más ni menos que pequeños pigmeos, que en cuanto salen, salimos, de nuestros cubículos, lo dicho: apenas nada, ni idea de lo que saben los otros, ni la más remota noción de lo que se esconde en los otros espacios del saber y experimentar que no frecuentamos o que ignoramos absolutamente.

A otra pregunta sobre si podría plantearse la vida sin música, contesta el famoso músico (sin florituras, sin tratar de mirarse al ombligo de tanto triunfo, premios y medallas y una obra excepcional) que le encantaría plantearse la vida sin música porque sufre mucho con ella, por la responsabilidad que conlleva y se imagina feliz más siendo espectador, para librarse de las obsesiones del perfeccionismo que le siguen desde cuando era joven, pero aun así vuelve y vuelve al escenario, porque cuando está en él siente que todo fluye y no hay mayor estímulo ni droga más fuerte.
Recientemente ha sido investido como Doctor Honoris Causa en el Berklee College of Music de Boston. Enhorabuena, maestro. Me voy a escuchar, una vez más, Entre dos aguas.

Me quedo aquí y te dejo con el toro de la suerte, tu toro, para que lo lidies a tu aire y conforme a tu maestría: ¿Qué te queda por hacer?

1 comentario:

El pastor... dijo...

Vuestro cabreo en "Esplendor y vergüenza" es una nimiedad con lo que yo siento, una vez más, ante el olvido de los mismos de siempre.

¡Que delicia escuchar Entre dos Aguas, con Paco de Lucía a la guitarra, o Recuerdos de la Alhambra con Narciso Yepes! Pero esto, después de habernos echado al coleto una opípara comida y haber llenado la andorga, ya sea en casa o en el restaurante, sin interesarnos por quién hizo posible que aquella mesa rebosara de manjares. Deberíamos hacer una prueba para ver la importancia de lo que cada uno aportamos a esta injusta sociedad: ofrezcamos un plato de comida a tantos seres humanos, desnutridos, que deambulan por el mundo en busca de unas migajas para llevarse a la boca; o un concierto de guitarra ofrecido por los ángeles celestiales, y sólo cuando hayamos comprobado la reacción del hambriento podremos juzgar la importancia de lo que cada uno hacemos y lo que nos falta por hacer.

Mi cabreo: acabo ver, en otro blog, lo que un ser, iluminado, ve a traves de una amplia fotografía familiar de aquellos que llenan nuestro pes...
nuestra mesa, de todo lo que se necesita para, después, escuchar con satisfacción un concierto de guitarra mientras dormitamos un rato al calor de la calefacción. Lo que este, miope, ser ve es "rudeza, primitivismo, antiestética..." porque, dice, para verlo de otra manera había que verlo con indulgencia. No sigo.
Seamos indulgentes con aquellos que nos ceban.

Después de esto pregunto ¿Qué les queda por hacer a la gente del campo?

Si estuviéramos tete a tete, como decia mi abuelo, seguiría, así mejor me retiro, no sin antes enviaros, desde el campo, un rudo, antiestético y primitivo abrazo.