domingo, 6 de diciembre de 2009

LA LUZ QUE NOS VIENE DE MÉXICO

“No amo mi patria… pero daría la vida por cierta gente”

En cuanto le dieron el premio Cervantes me fui a Internet para leer algo de sus escritos y, como se trata de un inmenso poeta, me fui a la Antología hispanoamericana y me quedé largo rato con un pequeño y mágico poema, que guardé en mis carpetas. A la mañana siguiente, al leer la prensa, encontré, entre la prosa de los artículos que hacían referencia al autor premiado, precisamente el mismo poema que había elegido la noche anterior y se me alegró el alma.
He escrito algunas veces sobre el patriotismo, el ardor guerrero y las palabras grandilocuentes sobre las realidades más abstractas, abstrusas, inasibles y vaporosas y de los grandes principios como el de pasarse la vida amando a todos sin amar a nadie, así que de pronto, encontrarse con este bellísimo y profundo poema, suponía en el fondo tomar alas de águila imperial para volar más alto y descender a la vez hacia lo más llano: Dice así: Alta traición (que es el título):
No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / y tres o cuatro ríos.
Declara el poeta, novelista y ensayista que si tuviera que nombrar a todos los poetas que han influido en él, no tendría horas para nombrarlos a todos, y no se olvida de destacar la influencia de su abuela en todo su bagaje literario, afirmando que los abuelos cumplían la función de la enseñanza de la lengua y de la transmisión del pasado a través de la narración oral. “Mi abuela, ha dicho, me enseñó a leer antes de que yo fuera al colegio y me descubrió las fábulas y los poemas de Campoamor”.
Cuando recibió la noticia de que había ganado el Premio Cervantes 2009, el escritor pensó en palabras “ya muertas”, de esas que se usan poco en la actualidad:
“Estoy zorimbo, turulato y me siento patidifuso”.
El Diccionario de la Lengua Española señala que zorimbo equivale a “falto de entendimiento o razón”, que turulato es lo mismo que “alelado, estupefacto” y que patidifuso quiere decir “que se queda parado de asombro”.
Su forma de trabajar y de ir por la vida explican un rasgo característico de los más grandes que se ven asimismo como enanos y no gran cosa. Y por ello se expresa así: “cuando me preguntan cómo escribo un gran poema, pues se me ocurren, surge una línea y de ahí todo lo demás, muy pocas veces sale bien, la mayoría de las veces sale horrible”; que nunca pensó en ganar tantos premios, pues tiene una mala suerte heredada, “mi mamá era suscriptora de todos los periódicos de México, pero nunca sacó ni un par de medias, ni un lapicero”; que está siempre dispuesto a dar un consejo a los jóvenes escritores, pero con una condición: “que ellos me den otro consejo a mí, porque ellos ven cosas que yo ya no soy capaz de ver”; que al estar ante lo más concreto le salen genialidades como ésta: “ven gato, acércate más, eres mi oportunidad de acariciar al tigre”; que tiene la generosidad de decir que “todo lo escribimos entre todos, que nada es de nadie porque todo es de todos. Un poema pertenece a quien tenga voluntad de hacerlo suyo”.
En otro breve poema hace esta esclarecedora declaración de principios, lejos de pompas y vanidades: A quien pueda interesar. Que otros hagan aún / el gran poema / los libros unitarios / las rotundas obras / que sean espejo / de armonía. / A mí sólo me importa / el testimonio / del momento que pasa / las palabras / que dicta en su fluir / el tiempo en vuelo. / La poesía que busco / es como un diario / en donde no hay proyecto ni medida.
Es decir, todo un sabio en zapatillas y sin darse la más mínima importancia en lo que es y en lo
que hace.
Además de gran poeta, “héroe moral”, que pide Saramago, y por eso, ya a los 26 años ¿camino del Cervantes sin pretenderlo?, se preguntaba: ¿Quién a mi lado llama, quién susurra / o gime en la pared? / Si pudiera saberlo, si pudiera / alguien saber que el otro lleva a solas / todo el dolor del mundo, todo el miedo.
Es decir, sensible al dolor del otro, atento a lo que pasa en medio de la calle y al lado de su casa.
Y desde luego que no se siente autorizado a hablar de Cervantes porque se considera un simple lector”. Grande como los más grandes y por ello humilde:

José Emilio Pacheco, premio Cervantes 2009.

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