jueves, 3 de septiembre de 2009

CARACOLES ENAMORADOS


Les pillé in fraganti. Daba el paseo matutino por el jardín y entre el follaje húmedo divisé a dos grandes caracoles: me imagino que caracol y caracola (sí sí, ya sé que lo más correcto es decir caracol macho y caracol hembra, pero me gusta llamarle a ella caracola) y estaban haciendo el amor totalmente enlazados, inseparablemente adormecidos, disfrutando de la feliz coyunda. Los saqué del frescor y la humedad y los coloqué, con especial cuidado para no molestarles en exceso, en la acera, a pleno sol. Esperé en vano por ver si sacaban los cuernos, pero ellos seguían a lo suyo en el mejor de los éxtasis. No había manera de que sacaran los cuernos al sol-sol-sol, ni recordarles que su padre y su madre ya los tendrían sacados y bien sacados.
Volví a las tres horas, que ya son horas, y continuaban inmóviles, adormilados, amorosamente impávidos, arrullados por el sol del mediodía. Aprovechando que es verano y es tiempo de piscina nos fuimos a tomar la cerveza de costumbre con los amigos y al volver, dos horas después, los caracoles se habían esfumado, ni rastro dejaron para saber del desenlace y su estado particular.
¿Habrían buscado otro follaje sombrío y fresco? ¿Son de mi mismo natural de encontrar lo mejor del sol en la sombra? ¿Seguirían con el sexo ardiendo en calentura ardiente o tras la sabrosa unión dormirían felices lejos del mundanal ruido y tiernamente enamorados?
Y como apenas sé nada de los caracoles me largo a Internet donde está todo y allí encuentro que “no es cierto que sean hermafroditas y que, en realidad, los caracoles son la mayor parte del tiempo eso, caracoles, pero que cuando les viene el gusto, les entra la marcha y deciden intimar, se vuelven sexuados. Y así, cuando dos caracoles se gustan y congenian, deciden, cada uno de ellos qué sexo adoptará cada uno. Según la circunstancia y la pareja asumirán el rol femenino o masculino. A partir de ese momento, durante un día entero, se entrelazarán sin prisas pero sin pausa en un baile fundente de cáscaras, cuerpos brillantes de babas y cuernecillos atrevidos o tímidos. En su lentitud, son sorprendentemente ágiles y hermosos. Se toman su tiempo, pero parece que lo hacen dulce y bien”. ¡Cuánto sabe la gente hasta de las cosas y los seres más inverosímiles!
-¿Sabéis lo que os digo?: caracol-col-col, caracola-cola-cola, en cualquier estado y rincón en los que os halléis: feliz viaje y larga vida con enlaces así de prolongados, me dais envidia, nos dais envidia.

1 comentario:

Xoán González dijo...

Veo que ya has regresado de tu sol de medianoche... y compruebo que con la sensibilidad a flor de piel... por aquí, por el cerro de las contiendas, que sepas que se te echa de menos... ya mostrarás las fotos y, cuando menos, algún relato con tus memorias de las escandinavias...