lunes, 8 de junio de 2009

2.- CELEBRAR LA VIDA



“Cuando pierdes un hijo, debes celebrar su vida. No puedes usar el dolor como escudo. Hay que celebrar su memoria, su presencia entre nosotros.”. Eleonor Coppola.

Este párrafo anterior de la madre del famoso director de cine, tan asombroso, es todo un ventanal, y la primera frase es una de las frases más impresionantes y bellas que he leído en muchos años. Te obliga a detener el paso, a paladear como los buenos vinos, a memorizar para que se conserve fresca durante mucho tiempo en los meandros de la memoria. Cuando pierdes un hijo, que debe de ser la mayor de las pérdidas y los quebrantos humanos, debes seguir, siempre he pensado así, porque la vida sigue y hay que perseguirla, vivirla, pero me faltaba llevar a mi bagaje mental y emocional esa faceta esplendorosa y redentora, debes celebrar su vida, efectivamente, porque lo valioso, lo mejor de todo no ha sido la muerte, una sinrazón razonable, sino su vida, fuera como fuera: ¿corta, larga, feliz, desdichada…? ¡qué más da!, su vida que siempre merecerá ser celebrada y a ello estamos obligados por derecho propio, deber elemental y amor a su persona. Ahí es nada: la cultura de la vida, frente a la cultura de la muerte, del luto y de la queja.

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