jueves, 11 de diciembre de 2008

EL ESTILO NOS DELATA




Soy asiduo lector de EL DOMINICAL, si bien, procuro saltarme el artículo de Juan Manuel de Prada, escritor y novelista de fama, tanto por su estilo como por sus contenidos. No me va. El domingo último fue una excepción, le eché un vistazo, primero, después, con mucho esfuerzo, lo leí entero y me vino el título: el estilo nos delata, te delata. Verán: Aplaude la lección de los compañeros del joven Álvaro Ussía, muerto a causa de una paliza que le propinaron los guardas de seguridad de una discoteca madrileña, por no pedir venganza y rezar por el alma de su amigo y compañero, y eso me parece bien, pero aprovechar más de la mitad del artículo para despotricar con exabruptos hasta el hartazgo, porque repite y repite las mismas expresiones, contra todo y contra todos los que no piensan como él, ya no me parece propio ni de un escritor que se precie de tal ni de un ciudadano a la altura de una elemental tolerancia exigible a todo ciudadano.
Apellida “sociedades idolátricas” a las que son incapaces de afrontar la muerte con naturalidad. Dice que cuando el hombre está sano, “la idolatría de la ciencia y el progreso le inspiran ideas fatuas, haciéndole creer que es un semidiós”. Y cuando la muerte acude, otra vez, “las sociedades idolátricas, no enmudecen”, sino que en lugar de reconocer su error, “el mentiroso nos aturde con su logorrea aspaventera”, para que así, “su cháchara aturdidora nos mantenga ciegos…”. Sigue hablando de los politiquillos “afanados en cerrar discotecas y medios de comunicación con acciones carroñeras… con chácharas aturdidoras para lograr espantar del alma las grandes preguntas”.
¿Qué les parece? ¿Les va el estilo?
El escritor sigue y sigue hablando de “pataletas de idólatras”, de nuevo de “chácharas aturdidoras”, tres veces, y por tercera vez de sociedades idolátricas… qué quieren, mis tragaderas no aguantan este estilo y estas maneras tan burdas, perdón por este pequeño exabrupto que a su lado es una nimiedad. Continúa de nuevo deleitándose en llamar “acciones carroñeras” las de los medios de comunicación, “paraísos terrenales de pacotilla” los de los idólatras, “lamentos jeremíacos de los idólatras, chácharas de idólatras”, 4 veces 4 el sustantivo “idólatra” y 3 veces 3 el adjetivo “idolátricas”. Y sigue con “maniobras de despiste, barrizal de acusaciones… en lugar de elevar la mirada a cielo, porque sólo allí reside la esperanza que alivia el dolor”. Para comentario de texto no tiene desperdicio y cualquier alumno de la ESO lo descuartizaría, y si no hagan la prueba.
Escribir dejando que la bilis y los espumarajos de uno o de otro signo salgan por la boca no es lo más recomendable para ir de escritor y ciudadano de bien por la vida, así como tampoco levantarse por las mañanas, todas, en la emisora de los obispos, como lo hace Jiménez Losantos y, en lugar de dar los buenos días, como su Dios manda, sembrar de odio y de insultos, hasta cotas insoportables, el ambiente.
Ni los que creen son unos meapilas estúpidos ni los que no creen unos mierdas de pacotilla. Unos y otros se merecen, nos merecemos un respeto y desde luego otro trato muy diferentes al de estos escritores y comunicadores. Un respeto, por favor, Sr. de Prada, un respeto, su estilo le delata, cuídese, cuídelo. Y si esto le parece la carta de un “mentiroso con logorrea aspaventera” y de un “idólatra carroñero” disculpe la molestia.

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