sábado, 1 de noviembre de 2008

LA CASA ES COSA DE DOS



(AVISO PARA NAVEGANTES Y JUBILADOS DESPISTADOS)


Así, a bote pronto, con la idea de que alargues el discurso:

La plancha, amigo mío, no muerde y si te pones a ello el primer día lo harás fatal, el segundo regular y el tercero bastante bien, porque no hay que ir a Salamanca para aprender y hacerlo decente y dignamente.
La casa es cosa de dos, como la cocina, la plancha, hacer las camas, pasar la aspiradora, o se rompe la baraja, a no ser que te parezca decente que tu mujer no se jubile y haga todas las faenas de la casa mientras tú te levantas más tarde, te vas de vinos por la mañana, a ver las obras del barrio y jugar la partida todas las tardes.
El huerto y el jardín están pensados para trabajarlos juntos y disfrutarlos en comandita desde la friolera del Paraíso, porque no me imagino a Eva fregando los cacharros y a Adán cavando y recogiendo la fruta del Edén él solo.
Si se quiere, todo se aprende, es cuestión de no tener jeta, es cuestión de principios y los principios se ponen al servicio de la justicia y la distribución equitativa. Ah, y no se te ocurra decir: ¿te echo una mano? porque eso, con toda la razón del mundo, les sienta muy mal a las mujeres.
No vale decir, no valgo, porque todos valemos para casi todo y porque la inmensa mayoría somos buenos en muchas cosas, regulares en otras y malos en algunas.
Lo que tú no haces tienen que hacerlo otros, casi siempre la otra, que es tu madre o tu mujer o tu hermana o tu hija y eso está por lo menos feo, por no decir que es una injusticia y una desfachatez, aunque a decir verdad, venimos de donde venimos, en donde se entendía que la casa era cosa de las mujeres exclusivamente y el cambio cuesta.
Ahora bien, no todo lo que hacen los hombres cuando se ponen el delantal es el mayor de los desastres, porque tampoco todo lo que hacen las mujeres es la mayor de las perfecciones, y desde luego es de capital importancia llevar a la casa una buena pedagogía: es más importante alentar, valorar, potenciar, animar, reconocer y aplaudir que desmotivar, criticar, atosigar, comparar, competir e ir detrás anotando y apuntando los fallos.
Los hombres somos un desastre, lo sabemos, pero lo malo es que nos vanagloriamos, a veces, de serlo, porque así nos va mejor y ganamos en comodidad, pero no en ser elementalmente responsables y hasta decentes.
Para cambiar la rueda del coche no es imprescindible tener que llamar al marido, esperar a que pase un camionero, llamar al seguro o al taller más cercano, tampoco, para hacerlo, es necesario hacer un doctorado ni un máster en la FORD, porque cambiar la rueda de un coche es simplemente ponerse y si nos ponemos la cambiamos, como tantas otras cosas de la vida.
Está bien el juego de cartas, naturalmente, pero siempre que cultivemos a la par otras mil y una aficiones como la lectura, la escritura, el ejercicio físico, el compromiso social, atender en la medida de las posibilidades de cada cual a las necesidades de los más necesitados, etc. etc., en resumen, cuidar la salud mental, la salud física y la salud social.
Está bien el orden en la casa y que no haya polvo, ni gotas salpicando los espejos, el suelo del baño y un largo etcétera que está en la mente de casi todas las mujeres, pero no es bueno pasarse y lo mejor es fijarse en las cosas esenciales que todos sabemos cuáles son.

Y así sucesivamente, porque falta otro capítulo que diga: la casa es cosa de todos, de los hijos también que, en la actualidad, no dan un palo al agua, salvo honrosas excepciones.

3 comentarios:

Isabel dijo...

Estoy totalmente de acuerdo y me alegra que esto lo escriba un hombre, porque eso supone ponerles las pilas al resto de los "machos cabríos" que nos encontramos por las calles.

Un saludo

Gloria Rivas Muriel dijo...

Si hubiera que ir a Salamanca para saber planchar sabrían planchar mi padre, mis tíos, mis primos y todos los salmantinos... y de ellos sólo sabe mi hermano, que plancha divinamente y a Salamanca sólo fue a montar en los coches chocones y a tomar algunas cañitas....
Un beso a Toñín Rivas que además enseña a montar a caballo en El Tomillar de Viana y aprecia los colores de la Naturaleza como un auténtico poeta. Besos tato, desde esta página que me presta mi amigo Ángel.

Gloria Rivas Muriel dijo...

Si hubiera que ir a Salamanca para saber planchar sabrían planchar mi padre, mis tíos, mis primos y todos los salmantinos... y de ellos sólo sabe mi hermano, que plancha divinamente y a Salamanca sólo fue a montar en los coches chocones y a tomar algunas cañitas....
Un beso a Toñín Rivas que además enseña a montar a caballo en El Tomillar de Viana y aprecia los colores de la Naturaleza como un auténtico poeta. Besos tato, desde esta página que me presta mi amigo Ángel.