martes, 23 de septiembre de 2008

SEPTIEMBRE - Nuevo curso para todos, incluidos los jubilados

Se han ido todos, se acabaron el recreo y las vacaciones para la inmensa mayoría, y solos quedamos por aquí los rezagados, jubilados y gentes de bien vivir para hacer de nuestra capa un sayo, nuestros mejores planes y sueños una realidad, sin necesidad de tener que fichar, saludar de buena o mala gana al jefe de turno y sentir el miedo que hoy en día se cacarea tanto del estrés posvacacional, yo creo que en exceso, para quien el trabajo ha sido una de las mejores cosas que han podido suceder en la vida, como es mi caso.
Y el niño que va conmigo y que no tiene edad de ir al colegio se asoma a mi ventana, feliz, más contento que unas pascuas para volver a cogerle el ritmo de nuevo más nuestro a esta etapa de la vida que ya vamos dominando y perfeccionando.
Pero quedan muchas cosas por hacer, se lo he dicho cientos de veces a todos los mayores de la provincia y parte de la región, allí donde me han llamado, porque parar no es bueno ni saludable, ni para el cuerpo ni para la mente, porque a nada que te descuides los músculos se te atrofian y se paralizan para siempre y el cerebro pasa a vegetar y pierde los mejores paraísos aún sin descubrir y que siempre están a la puerta esperando: leer con detenimiento la prensa, páginas que escribir, nuevas recetas de cocina que aprender, perfeccionar las ya experimentadas y hasta crear o modificar alguna que otra, algunas chapuzas que saldrán al paso de la casa y sus alrededores, dar un aire nuevo, si es preciso, al programa interno y privado de la tele en la Residencia Cardenal Marcelo de la Diputación, porque de seguro los mayores del centro nos esperan con los brazos abiertos y el aplauso fácil y agradecido, perfilar algunas charlas comprometidas para el otoño, preparar la presentación del libro Diario de un jubilado impaciente, que tras nueve meses dolorosos de parto, no de gestación del libro, que en líneas generales ha sido un placer escribirlo, sino de encontrar al final una editorial que se decidiera a publicarlo, como así ha sucedido, y por lo tanto va por el buen camino de ver la luz próximamente. Ah, y pasear más y empezar a hacer más ejercicios físicos, mi asignatura pendiente.
Cosas de aquí y de allá, no tanto para entretenimiento puro y duro y mucho menos para matar el tiempo, que si fuera así sería él el que te matara, como para sentir la utilidad de, además de sentirte activo, seguir prestando a la sociedad el servicio elemental y básico que cada cual debemos por el mero hecho de estar vivos y ser sus miembros. Ese es el sentido al término impaciente del libro citado, no paciente, no pasivo, no estar a gusto cuando no tienes nada entre manos, y sentirte mucho más satisfecho cuando los quehaceres se acumulan, sin miedo al estrés, porque ya se encarga la propia vida de encontrar más que tiempo suficiente para holgar, no dar un palo al agua, saborear el paso de las horas contemplando la marcha lenta de la tarde y el ritmo vertiginoso del tiempo.
Dejaré estas divagaciones porque la cocina me espera: hoy muslos de pollo al horno, al que ya les he cogido el punto, con unas rodajas de patata y manzana de base, como guarnición, unas pasas y medio vaso de vino de Serrada.
De primero me estrenaré con un calabacín rebozado, al estilo del que comimos hace unos días en La Rioja, que nos encantó.
Y de postre, uno es goloso por naturaleza, dulce de higos, que empecé a condimentar ayer como conserva para el invierno y será bueno probarlos.
Si gustan, que aproveche.
Y así se va pasando la vida, contemplándola y rehaciéndola sin que nada se pierda, tanto si te toca ir a fichar y comenzar un nuevo curso como si estás jubilado planificando la mañana y la tarde para seguir, digámoslo una vez más, creciendo, ejerciendo de humano con derechos y deberes y no siendo un parásito en la sociedad.

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