martes, 30 de septiembre de 2008

INGRID BETANCOURT


Hace unos días, de paso por Madrid, la ex – candidata presidencial de Colombia, concedió una entrevista a Iñaqui Gabilondo, que emitió Canal Cuatro por la noche. La entrevista me impresionó y me encantó, por la maestría, una vez más, de Iñaqui, qué diferencia de su temple, sabiduría y buenos modales, de otros voceros, insulsos, insultadores, vacuos..., ¡cómo no le van a dar todos los premios!, pero sobre todo por la gran lucidez y la inmensa serenidad que transmitió en todo momento esa mujer, de frente amplia y sonrisa fácil, que se hace querer y que tanta ternura trasmite. Esta mañana he vuelto a ver la entrevista en Internet para volver a saborearla y profundizar en sus mensajes.

Dijo cosas sabias:

- que sigue estando en una nube, pero con los pies en la tierra; no es fácil después de estar prisionera en la selva seis largos años, adaptarse a esta nueva realidad, que los expertos explican distinguiendo tres etapas: euforia, introspección y saber qué hacer en el futuro y una tercera de readaptación;
- que es muy feliz, aunque sigue encadenada a los árboles de la selva, porque aunque libre por dentro, le persigue el recuerdo de los que permanecen secuestrados. “Todas las mañanas pienso en ellos”, dijo;
- que el mayor horror era ver pasar años y años, decirse “cuántos años más y ver que no tienes futuro”;
- que la primera prioridad son sus hijos: les dejó niños y en todo este tiempo se han hecho adultos y reconoce que son maestros para ella, lamentando que en la selva perdió su infancia, pero que está orgullosa de ellos y que quisiera ser la mejor madre, (me gusta verla hacerse niña ante sus hijos que se han convertido en sus maestros);
- que la segunda prioridad es su madre, su mamá, y quisiera devolverle los años que le ha dedicado y el saber mantenerla viva: “Me llamaba todos los días”, (me encanta cómo se convierte en madre de su mamá para dedicarle todo el tiempo del mundo y cuidarla como se merece);
- y la tercera: los que siguen ahí, sus compañeros que quedaron allí y los que salieron, gente muy joven que necesita adaptarse a esta nueva realidad;
- que aprendió grandes lecciones en la selva como la de conocerse a sí mismo y a la pregunta de Iñaqui, si ha salido más completa, contesta rápidamente: más descompleta, es decir, más liviana, más simple, más dando importancia a lo verdaderamente esencial en la vida;
- que también ha sido importante mantenerse activa en agradecer a todos lo que han hecho por todos ellos;
- que de todos los premios que le están concediendo el que más ilusión le ha hecho y el que más le ha llegado al corazón es el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, precisamente por eso, porque es de la concordia, una palabra mágica, y porque es un premio como de familia;
- que de ilusiones vitales en esta etapa de su vida, todas;
- y que de política, nada, porque le gustaría otro tipo de política al uso. “Las de hoy no me gustan, dijo, porque el político se sirve en lugar de servir” y en donde parece ver demasiadas mentiras y manipulaciones;
- pero quiere crear una fundación que se ocupe de la libertad, de los derechos humanos y el medioambiente;
- y que no habla del pasado porque aún no puede hablar de las torturas que sufrió en la selva, donde vivió encadenada, enferma y a borde del suicidio, (esto lo manifestó en la rueda de prensa con motivo de la presentación del libro Infierno verde, del colombiano Luis Eladio Pérez);
- lecciones, muchas lecciones, dadas con una gran humildad, media sonrisa, mucha dulzura y no poca lucidez. Gracias, muchas gracias, Ingrid Betancourt. Y enhorabuena. Y gracias, muchas gracias, Iñaqui Gabilondo, porque todo lo que tocas se convierte en oro.

No hay comentarios: