lunes, 9 de junio de 2008

LA MEMORIA HISTÓRICA NI PUEDE NI DEBE MORIR

7 de junio de 2008. CRÓNICA


Día importante en la historia del pueblo de Villábáñez, y perdurable en la memoria de todos cuantos hemos tenido la dicha de vivir este acontecimiento: El homenaje a nueve habitantes de este municipio que fueron fusilados al principio de la guerra civil española en 1936 y a Mariano Hernández, superviviente, que tuvo la suerte de salir huyendo entre las balas, salvar la piel y la vida, haber estado como un topo durante cuatro años y haber llegado a los 92 años, espléndidos de coraje, buen corazón y mente despierta.
El acto, con 72 años de retraso, bien es verdad, es de los que hacen historia, como un magnífico canto a la libertad y a la vida, por su diseño perfecto y realización impecable, todo un acto cívico de ciudadanos libres y amantes de la paz, al que podrían haber asistido, ay, en perfecta armonía, gentes de derechas y de izquierdas, porque allí brillaron hermosos mensajes, sin el más mínimo deseo de revancha, haciendo hincapié que se estaba allí para recordar a quienes murieron de manera absolutamente injusta, pero a la vez con el deseo más fuerte de que no vuelva a ocurrir y con la esperanza activa para que así sea. No hubo necesidad ni se echó en falta contenido religioso alguno, y de igual manera estuvo ausente todo gesto partidista ni siquiera del bando de los vencidos, los organizadores tuvieron mucho empeño y esmero en que todo el mundo vibrara con los silencios, la música, los breves discursos, poemas, cartas y mensajes de los familiares de los homenajeados, de todas las edades con un predominio elocuente de adolescentes y jóvenes.
El mensaje, desde el principio del acto, del homenajeado vivo, quedó patente: “No tengo rencor a nadie, fue una guerra que no tenía que haber existido, pero existió”, dijo Mariano Hernández, persona muy querida en el pueblo, y me consta desde que le conozco, hará ya diez o doce años y cuando he ido al Aula de Personas Mayores, allí estaba en primera fila el Sr. Mariano, hombre prudente, gran lector, preocupado por la buena marcha de su pueblo, y que ha sabido guardar un silencio sepulcral durante estos 72 años. Sólo roto en estos días del homenaje, inmensamente feliz y emocionado por los incansables aplausos y de vernos a todos cuantos nos conocía, reconocía rápidamente y se alegraba de vernos allí, en su pueblo y en un acto de elemental justicia de memoria histórica.
¡Cuánto ruido sin sentido durante estos últimos años!
¡Cuánta mentira interesada!
¡Cuánta palabrería hueca!
¡Cuánto miedo a fantasmas del ayer y quimeras vanas que perduran!
Haber sido testigo de este emotivo día, cura para siempre de miedos inexistentes cuando aflora lo mejor de la buena gente que quiere recordar a sus familiares desparecidos y devolverles la dignidad de hombres y mujeres con derecho a la vida.
Y cómo no agradecer a quienes han sabido organizar un acto tan bello estéticamente y tan profundo desde la más cívica de las éticas. La música impecable del violín y el violonchelo en las manos de dos jóvenes instrumentistas. Muchas lágrimas hacían presencia ante el silencio absoluto de un salón abarrotado de gente escuchando El canto de los pájaros de Pau Casals y el Canon de Pachelbel, y los acordes para encender cada una de las nueve velas y el comienzo del breve discurso de cada uno de los familiares.
A continuación en un bello paraje del pueblo, cedido por el Ayuntamiento, con el nombre de El parque por la paz y la memoria, se plantaron nueve árboles como recuerdo y memoria permanente de los nueve vecinos que perdieron la vida en los trágicos comienzos de la guerra civil española. Finalizando el acto con un vino español de hermandad.
Pero de justicia es recordar, con sus mismas palabras, el momento en el que Mariano Hernández, superviviente de esta historia, volvió a nacer:
”Volví a nacer el día 31 de julio de 1936 cuando logré escapar del camión que nos conducía a la muerte, en la conocida carretera de las Maricas, en las inmediaciones de Tudela de Duero. En un descuido de los ejecutores eché a correr hacia el río, me arrasaron a tiros pero no me llegaron a dar, caminé lo que pude a duras penas por la orilla y luego me tiré al agua. Me dieron por muerto. Cuando comenzó a anochecer me pregunté ¿y ahora qué?, hasta que opté por volver a Villabáñez y entrar por el corral en la casa de unos amigos que me acogieron de topo durante cuatro largos años.
La cantidad de anécdotas que puedo contar en esos cuatro años es infinita, pero lo más importante es que tuve ese instinto de conservación que tenemos las personas. Me leí todos los libros que había en aquella época en el término de Villabáñez”.
Día importante decía al comienzo y debo añadir que de feliz memoria, que nunca debería quedar más en el olvido, a unas personas a las que siempre debemos recordar devolviéndoles la dignidad que injustamente perdieron.

1 comentario:

Anónimo dijo...

buenos dias desde lleida por la cronica dedicada a mi abuelo mariano,gracias a todos por el dia tan precioso que le dedicaron,gracias a todos los asistentes ,gracias a la organizacon,gracias al pueblo de villabañez ,gracias al ayuntamiento,y sobre todo gracias a ti abuelo por enseñarnos a todos a ser personas ,sin odios sin rencores,con amor,con fuerzas, con ilusion para seguir adelatante .Violeta