lunes, 2 de junio de 2008

EL CARDENAL MARTINI PIDE LA REFORMA DE LA IGLESIA

Lo normal es que cuando has pasado la barrera del sonido en años, no te detenga el miedo a pensar y a cantarle las cuarenta al lucero del alba, si fuera preciso, y me voy dando cuenta de que como estoy pasando esa barrera, el niño que va conmigo, despierto y rebelde, a todas partes, se entona como nunca y canta y cuenta lo que haga falta, y dice, que ya era hora.

El cardenal Carlo María Martini, 81 años, tiene…, a punto he estado de correr por la pendiente del tópico, y decir que tiene un espíritu rebelde y crítico, propio de la juventud y que él mismo es más joven que cualquier joven…, y no es cierto, su rebeldía, su coraje, su valor y su espíritu independiente y libre han tocado una cotas tan altas que sólo lo puede hacer quien ha cumplido ya 81 años, para nada es joven ni tiene ya necesidad de serlo, ha sido rector de la Universidad Gregoriana de Roma, arzobispo de la mayor diócesis del mundo (Milán), escritor, papable y además de todo ello, está jubilado, retirado del mundanal Vaticano y enfermo…, por lo tanto infinitamente más libre que cuando ejercía responsabilidades jerárquicas;

… y ahora ha comenzado a soltar lastre, porque al niño rebelde, independiente, descreído y creyente que lleva dentro no le para ni Dios:
Y pide reforma de la Iglesia;
y elogia a Lutero a quien habría que imitar para ser capaces de acometer las reformas que reclamaba en su tiempo el fraile alemán;
y propone que se discuta en la Iglesia, la posibilidad de ordenar sacerdotes casados, y a mujeres, porque encomendar cada vez más parroquias a un párroco o importar sacerdotes del extranjero, señala, no es una solución;
y reclama una encíclica que termine con las prohibiciones de la Humane Vitae, de Pablo VI, con severas censura en materia de sexo;
y que el celibato sea opción libre, porque debe vivirse como vocación ya que no todos tienen ese carisma;
que se autorice el preservativo;
y al hablar de la homosexualidad es sutil, no deja de ser cardenal, pero muy claro: “Entre mis conocidos, comenta, hay parejas homosexuales, hombres muy estimados y sociales . Nunca se me he pedido, ni se me habría ocurrido, condenarlos”;
un hombre de fe y de dudas que, cuando era obispo, tenía problemas con Dios y se atrevía a preguntarle: ¿Por qué no nos ofreces mejores ideas?, o ¿por qué hizo sufrir a su hijo en la cruz?, e incluso algunas veces no lograba mirar un crucifijo porque la duda le atormentaba.

Todo esto lo dice en el libro que acaba de publicar en Alemania, en la editorial Herder, con el título "Coloquios nocturnos en Jerusalén". Es el libro de un hombre de iglesia que sigue a buen seguro las huellas de aquel Papa campechano, sabio y bueno, Juan XXIII, que trató de escuchar los signos de los tiempos y darle otro rumbo a la Iglesia más acorde con esos signos y estos tiempos.
Hoy, este cardenal, retirado y enfermo, acaba de dejar Jerusalén (donde vivía últimamente, dedicado a estudiar los textos sagrados) para ser atendido por médicos en Italia.
Larga vida, cardenal Martini, y que Vd. y nosotros veamos esa Reforma, por el bien de la propia Iglesia y del mundo.

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