viernes, 1 de febrero de 2008

Tiempo de ruido y elecciones

Ha comenzado la campaña para las elecciones del 9 de marzo y ya estamos cansados y aburridos del ruido de los políticos, de los tertulianos, de los obispos metidos en política y de la misma voz de la calle. Nos cansan y nos aburren, nos aburrimos, unos y otros, algunos mucho más, es cierto. Y el exceso de ruido nos impide pensar en las cosas esenciales y en ir al fondo.
Es verdad que parece que hubiera comenzado el circo, la rebatiña, la pelea por ver quién da más, cuando todos sabemos que las habas están contadas y los dados echados, que no hay más cera que la que arde y la crisis económica ha asomado las orejas y galopa ya a un ritmo vertiginoso de hipotecas endiabladas, de bolsas que suben y bajan por las paredes locas, de pisos que se venden y alquilan de aquí a la eternidad, porque se han construido más que compradores hay en el mercado, pero había que especular e hinchar el globo hasta el delirio.
El partido en el Gobierno sale a la palestra y ofrece el oro y el moro, a continuación el partido mayoritario, con deseos y posibilidades de gobernar, no se queda a la zaga, si tú ofreces mil, yo, un millón. ¿Quién da más? Los partidos minoritarios, en su lugar, harían más de lo mismo, pero lo critican duramente y la gente de a pie, ya digo, cansados y aburridos, pero metido de lleno en el circo y desistiendo de pensar en lo que realmente es esencial.
A lo que hay que añadir el odio larvado de unos y otros, o no tan larvado, se nota en la mirada, chispas en los ojos y fuego saliendo por la boca en políticos, tertulianos y tertulianas y clientes de las barras de los bares, o querer creer que si los otros ganan las elecciones y gobiernan esto será el caos (quisieran creer, porque, cómo se lo van a creer) y quieren estar convencidos (quieren, porque cómo van a estar convencidos) de que sólo ellos están en posesión de la verdad, en condiciones de llevar el país a buen puerto, de sacar las mejores leyes capaces de elevarnos al mejor de los mundos posibles y del mayor de los bienestares, y corre el ruido y aumenta la crispación, y esto nos hay dios que lo aguante.Así no.
Sí a las elecciones, sí a los partidos políticos, sí a la democracia, faltaría más, pero las elecciones se pueden plantear de otra forma muy distinta, eliminando, por ejemplo, tanta fanfarria inútil, tanta verborrea cansina, tanto circo sin sentido y dar más cabida a la reflexión, a la celebración y a lo que debe ser vivido como fiesta; los partidos políticos estar a la altura de lo que los ciudadanos medios exigen, hoy tú y mañana yo, y tanto uno como otro con posibilidades, si así lo demandan los votantes, pero sin descalificar a lo salvaje al otro porque el otro es tan digno como tú; y la democracia tomando el rumbo de una participación mucho mayor de todos y cada uno de los ciudadanos en la vida cultural, social, económica y política.
… Y desde luego dejar de pensar que todos los políticos son iguales, porque es tan estúpido como decir que todas las mujeres son iguales.
… Y si alguien se empeña, como dice el filósofo, Daniel Innerarity, en que sus preferencias deben contar con el beneplácito de todos, entonces se incapacita para vivir en sociedad. Porque hay quienes nos quieren salvar todavía a garrotazos, a baculazos y condenar si no somos como ellos, pensamos como ellos, actuamos como ellos. El arco iris es bello como está formado por muchos colores. Y una sociedad debe encajar muchos modelos diferentes y formas de ser y comportarse con entera libertad, conforme a sus gustos y sentires sin querer obligarlos a sentir, actuar y ser, como yo siento, actúo y soy. Los derechos de todos los ciudadanos son sagrados como sagrada es su defensa., aunque algunos derechos no sean de nuestro gusto y preferencia.
… Y tratar de encontrarse, todos, gobernantes y gobernados, en lo esencial, pactando, llegando a consensos, respetándose, no alimentando el ruido y la crispación. Ni lo tuyo solamente, ni lo mío y nada más, sino la síntesis pactada de todos, porque la patria es tarea común, de diseñadores y constructores, nunca de salvadores.

No hay comentarios: