jueves, 28 de febrero de 2008

Sí, pero no

Llevo más de veinte años defendiendo un envejecimiento activo, la causa de los mayores, la jubilación en libertad, añadida del mayor número posible de proyectos, por lo que se me entenderá que esté en contra de la continuidad del régimen castrista en manos del hermanísimo de Fidel y otro histórico del sector más ortodoxo y duro de 76 años para ser vicepresidente.
Y no por estar en contra de los años, ni oponiéndome como algunos entre chistes de mal gusto por la edad avanzada a la que si llegan ellos, nos les gustará que nadie se ría por la cosa tan simple de tener setenta y tantos años, sino porque esta gente, incluido Fidel Castro, su hermano Raúl y todos sus votantes y simpatizantes no han demostrado lo más mínimo ser capaces de estimular las neuronas para adaptarse a los tiempos que exigen, como es que nos movamos de sitio y asiento, cambiemos en la forma de pensar y actuar, porque ello es señal de que estamos vivos y no nos quedamos momificados y petrificados al margen de la vida y una elemental política que se las tiene que ver con la marcha de los tiempos, la voz de la calle libre, el respeto a los derechos humanos y defender por encima de rodas las cosas que la dignidad del ser humano está infinitamente más cerca de la democracia que de la dictadura.
Todo hace pensar que tanto el nuevo Presidente cubano como el vicepresidente, Ramón Machado, seguirán tras la sombra alargada hasta la náusea de Fidel, por lo que ya ellos mismos, que fueron capaces de derrocar un régimen corrupto, están inhabilitados para el gobierno de sí mismos y mucho más para el gobierno de su país, puesto que nadie debe ser la sombra de nadie y cada cual debe marcarse su camino y emprender la marcha que él con todo su pueblo desee y decida.
Quienes hemos defendido hasta la saciedad la madurez por encima de los años y hemos criticado que, en algunas elecciones nuestras, muchos ediles alardearan de llevar en sus filas sólo a gente joven, nos oponemos también a que estemos gobernados por ancianos y gente mayor, de igual forma que si es gente no madura la que lleva las riendas de un país. Los años, en sí, no son ningún baremo ni pauta de apenas nada para las cosas importantes de la vida.
“Si la política, como hoy escribe, la estupenda escritora Almudena Grandes, es una herramienta para transformar la realidad, para luchar por los propios deseos, para intervenir en el mundo”, el mejor camino, entiendo yo, será la llamada a todos y dejar la puerta abierta para que entren los mejores y los que estén dispuestos de verdad a cumplir esos objetivos que marca la escritora y novelista: transformar la realidad, luchar por los propios deseos, intervenir en el mundo, para mejorarlo añadiríamos todos.
Para todo ello, está claro que se necesita a unos y a otros, a jóvenes, pero no sólo, ni a un colectivo de mayores y ancianos en exclusividad, ni sólo hombres, ni sólo mujeres, (¿por qué crees que la Iglesia está teniendo tantos problemas y en permanente crisis?), sino a quienes están capacitados para escuchar, comprometerse con los problemas de cada día y avanzado con ideas de progreso y futuro para adelantarse a los tiempos y que cuando lleguen los conflictos y los problemas estemos preparados con respuestas adecuadas y planes no improvisados.
Sí a los mayores, pero cuando demuestran estar a la altura de los tiempos, escuchan la sabiduría de los pueblos, no petrifican sus mentes con ideas rancias, creencias férreas e inamovibles y dogmas que se apolillaron en la trastienda de la historia.
Y una última pincelada para los que dicen que la política no les interesa: Nos interesa como el pan de cada día, y precisamente para que éste no nos falte ni esté contaminado, por ejemplo, para que la educación progrese, los centros de salud sirvan mejor y con mayor rapidez a todos, etc. etc., y por lo mismo, que nuestro país hermano, Cuba, esté bien gobernado y de una vez por todas comiencen a abrirse las puertas de la democracia.

No hay comentarios: