lunes, 17 de marzo de 2008

Saber ganar, saber perder

Parece como si lleváramos marcada a fuego la necesidad imperiosa de vencer y no acabáramos de sacudírnosla de encima. Cuando triunfamos nos convertimos en ridículos arrogantes, y nos nacen, por docenas, hasta la náusea, signos arrogantes de victoria. Y cuando perdemos o no reconocemos la derrota porque no aceptamos que eso nos pase a nosotros, ya que seguimos siendo los mejores, eso creemos tontamente.
Por eso, hoy quizá más que nunca, deberíamos aprender la asignatura:

Saber perder, saber ganar.

Saber perder que es tanto como darse un baño de humildad, que le viene bien al cuerpo y mucho mejor al espíritu cuando prefiere la humildad, que es siempre la puerta de la sabiduría y el camino hacia la verdad. O no te salió bien aquello que llevabas aprendido, extraordinariamente gestionado y ello te permitió el regalo de mirarte más al fondo o ir más al fondo de las cosas y aprender a evaluarte y tener un sentido mucho más fino de la autocrítica que nos hace más creíbles y la posibilidad de que nos quieran.
Pero sí, ya sé que perder no es un valor que se cotice en un mundo de vencedores a costa de no importa el número de vencidos y derrotados, en una sociedad montada para el triunfo fácil y ser el mejor en quince días, sin noches incluidas.
Y como contrapunto saber ganar sin alharacas, sin salirse de madre, apabullando, aplastando, humillando y creyéndose los dueños de la calle, la plaza, el gobierno de la nación y la vida misma, sino tendiendo la mano desde la sinceridad para que se convierta rápidamente en algo palpable y real.

… A partir del 9 de marzo, tras la victoria del Partido Socialista, personalmente espero y deseo que el Sr. Rodríguez Zapatero se trabaje más en serio su asignatura pendiente, llegar a ser un estadista, y al Sr. Rajoy que ha anunciado presentarse de nuevo que abandone la bronca, el desprecio al adversario y el insulto por un clima de mayor diálogo y tolerancia, precisamente por el bien de España.

Y desde luego que acabe la crispación, que termine, de una vez, la bronca. El mismo día de las elecciones, al saber los resultados, algunos ciudadanos siguieron insultando y un columnista, novelista de fama, Juan Manuel de Prada, para más señas, al día siguiente, quería enviar a Zapatero a los infiernos e insultaba en su columna a los más de once millones que le han votado. No es el camino de los demócratas.
El camino a recorrer es aceptar los resultados y si ahora ha ganado el PSOE lograr con él que España avance, vaya mejor, y celebrarlo, y el día que gane el Partido Popular acepar su victoria y no creer que será el caos.
El gobierno de un país tiene que hacerse desde la tolerancia, el diálogo, el pacto y los consensos y dejar fuera y lejos todo tipo de crispación, cualquier rescoldo de odio y desprecio y en donde el insulto se abandone para siempre porque es el arma de la estupidez humana frente al uso de la razón y la educación cívica.

Cuatro años por delante, por favor, señorías, columnistas y tertulianos, que no se repita la triste historia de los cuatro años pasados a la gresca.

Saber ganar, saber perder, como caballeros y señoras y educadores de un pueblo y un país que ha demostrado que sabe ejercer su derecho al voto, ha votado y ya ha dicho su palabra.

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