sábado, 26 de octubre de 2024

¿LLEVAMOS UN MONSTRUO DENTRO?

 



No lo sé, pero a mí me da miedo, porque algunos hombres, muy normales, muy queridos por los suyos y los ajenos, perfectos caballeros en misa de 12 y en el bar de la esquina, ciudadanos incapaces de matar una mosca..., así que no lo sé, porque esa pinta tenía el marido de Gisèle Pelicot, la mujer que fue víctima de medio centenar de hombres que la violaron, mientras se encontraba sedada, llevados por su marido en increíble y nauseabunda comandita.
“Soy una mujer totalmente destruida y no sé cómo voy a volver a ponerme en pie. ¿Cómo me pudiste traicionar así? ¿Dejar que estos desconocidos entraran en nuestra habitación?”, ha dicho. ¡Pobre, ante tantos monstruos!
A lo largo de una década, de 2011 hasta 2020, la Señora Pelicot fue drogada por su ex-esposo y violada por 50 hombres contactados a través de Internet. ¿Quién da más? ¿Hasta dónde el espanto y la náusea de la monstruosidad?
Y uno se palpa la ropa, se mira en el espejo, se toca el alma y le llegan unos escalofríos al tiempo que se pregunta hacia dentro: ¿No habitará a ratos un monstruo que duerme pacífico y feliz en mis rincones interiores? ¿Quién se cree más que los demás, distinto y puro, inocente e incapaz de tamaña bestialidad, cuando alguien de los suyos, de su misma especie y camada, ¿yo mismo?, es capaz de acciones repetidas y repetidas, hasta 50 veces, y no se pone a temblar por si las moscas?
Ella pensaba alegremente como todo nosotros, tantas veces por fortuna, “cómo este hombre, este hombre perfecto, pudo llegar a esto” y “era un marido excepcional”, o lanzamos a los vientos con harta frecuencia: es excepcional, genial, maravilloso..., hasta que tristemente, algunas veces, se cae en el pozo profundo de la indignidad más absoluta. Y ha actuado con una inmensa dignidad: “Me dicen que tengo valentía. No, es voluntad y determinación para hacer evolucionar esta sociedad”, decidiendo que las audiencias hayan sido públicas, autorizando el acceso a la prensa y estar en el juicio para que la vergüenza cambie de bando y que las demás mujeres puedan decir “si la señora Pelicot lo hizo, nosotras también”.
Está bien, muy bien, que todo ello haya sacudido a la sociedad de Francia y se haya abierto el debate sobre la necesidad de incorporar la noción de consentimiento explícito en el concepto de violación, que es lo que en España se introdujo ya en “la ley del solo sí es sí” en 2022: la obligación de un consentimiento sexual explícito.
Amigos, hermanos de camada y especie, qué menos, ante estos sucesos inexplicables, bestiales, vomitivos, de preguntarnos: ¿Llevamos un monstruo dentro de nosotros por el solo y simple hecho de ser hombres, aun cuando muchas veces nos comportemos como caballeros perfectos, excepcionales, intachables? Háztelo mirar, por favor, yo ya lo estoy haciendo.
Nota no tan al margen: Este artículo ha sido escrito dos días antes de saber la noticia bomba sobre Íñigo Errejón. Solo decir que espero y deseo que tras la comunicación críptica, oscura, como para camuflarse, usando el lenguaje de fea manera para tapar sus vergüenzas, escriba otra, clara, transparente..., en la que pida perdón a las víctimas por el daño, presuntamente gravísimo, que ha cometido, a los partidos por los que ha transitado, a la sociedad y a la causa feminista, además de reparar los daños ocasionados.
... Más para ponernos, todos, al lado de las mujeres y revisar hasta nuestros más recónditos entresijos.
https://youtu.be/ilOi_ebfei4?si=AEPslck2-1e_xTY2 KATICA & CSABA ILLÉNYI - Moldavian Hora

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