miércoles, 8 de mayo de 2024

TODO, MENOS VENIR PARA ACABARSE

 



Nunca agradeceremos lo bastante a la compositora y cantante, Sheila Blanco, por devolvernos lo perdido y ninguneado, lo olvidado y de gran valor, y haberlo hecho a lo grande y de forma hermosísima, todo envuelto en un regalo con la mejor de las envolturas, su voz en unas canciones prodigiosas y en un disco impagable: “Cantando a las poetas del 27”. Tuvimos la suerte de tenerla por aquí. Por eso cuando me encuentro con poemas de alguna de aquellas mujeres-poetas no puedo por menos de recordar y agradecer a Sheila su aportación tan valiosa a la cultura. Esta vez, cuando me he puesto a leer la última novela de Elvira Lindo, y encontrar en el frontispicio del libro un poema de Concha Méndez, lo he celebrado y honrado, dedicándole uno de mis artículos. Es este :
Todo, menos venir para acabarse
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.
O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse,
como se acaba, al fin, nuestra existencia!
El primer verso ya es una declaración de rebeldía y de amor a la vida, todo, menos venir para acabarse. No henos venido a eso, hemos llegado a este pequeño e infinito mundo, para alzar el vuelo y resistir y no dar nunca por perdida la batalla por nuestra parte, aunque el final sea como es, pero que carguen otros con el muerto y la culpa.
Mejor rayo de luz que nunca cesa. La poeta se mira en el espejo de la naturaleza que suele devolvernos gratas sorpresas y espléndidas lecciones para nuestro caminar, la luz no cesa desde el principio de los tiempos y junto a ese rayo que no cesa, otras imágenes no menos ejemplares y certeras: o gota de agua que se sube al cielo / y se devuelve al mar, en un continuo círculo que roza la eternidad más envolvente, o ser aire que surca los espacios en forma de huracán o brisa fresca para el disfrute del rostro y el cuerpo sofocado.
Dicho lo cual: ¡Todo, menos venir para acabarse! Porque hay que rebelarse y ser torbellino como lo fue Concha Méndez, “la mayor de 11 hermanos, apasionada nadadora desde la niñez, defensora de la libertad, de su creatividad y de su independencia”, como le contó una de sus nietas a Sheila cuando estaba trabajando su proyecto de canciones a ellas dedicadas. Amiga de Lorca, de Cernuda, de Alberti, se casó con Manuel Altolaguirre, otro poeta del 27, y fue poeta, dramaturga, guionista, editora y vendedora de libros a domicilio.
A la poeta, después de hacer ese recorrido por su vida y la naturaleza no le queda otra que aceptar lo irremediable, que así es la vida, y quizá sea mejor así, y dejar la eternidad para nuestra memoria, nuestra luz y el paso por los caminos de esta tierra, la sombra de lo que fuimos que queda en algún rincón amigo, porque aunque digamos con toda la energía del mundo este primer verso repetido: ¡Todo, menos venir para acabarse, no podemos eludir el fatal final: como se acaba, al fin, nuestra existencia, pero que nos quiten lo bailado, y mejor aún que no nos lo quiten! Cuánto bueno y bello nos hemos perdido por el maldito machismo que debió de arrancar en el paleolítico, si no antes.
https://youtu.be/-LySfWSLbK0 Sheila Blanco "Cantando a las poetas del 27".

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