domingo, 19 de noviembre de 2023

ESTHER CAMINO Y CRISTINA LÓPEZ

 




¿Quién no duda de que se haya ido para siempre cuando pasan los días y no hace acto de presencia a la que te habías acostumbrado? Y me pongo nervioso, y como soy así, me llegan las preguntas dando a mi sensibilidad y, en ocasiones y asuntos, excesiva, cierta impaciencia. Me sucedió con una gran amiga de Facebook de muy feliz memoria, que habíamos hecho el compromiso de vernos al calor de un café pausado compartido con otras amigas comunes para reconocernos. Era fiel a la cita semanal, con comentarios jugosos, felices, entrañables siempre, hasta que durante unos meses dejó de estar, sin saber por qué, pero volvió de forma más intermitente, hasta que desapareció del todo y hube de enterarme enseguida del trágico final. No pudo con el cáncer, que en pocos días se la llevó y en esta red, en la hemeroteca que sirve de recordatorio, me ha llegado el comentario a un artículo del pasado. Me refiero a Esther Camino. Hablaba yo de los animales de compañía a partir de una imagen que destacaba por encima de todo la mirada, yo diría que más que humana, de un perro, y enseguida llegó el comentario puntual de Esther:
“Qué maravilloso texto cargado de sentimientos, confieso que estoy muy emocionada. Yo siempre he cuidado y protegido a mis mascotas casi tanto como ellas a mí son parte del hogar, seres muy queridos y respetados, cuando he tenido que despedir a uno de ellos, he sufrido un autentico duelo. Actualmente, con "Thor" mi Fox terrier de 15 años, mantengo conversaciones de intensas miradas porque siento que su tiempo se está cumpliendo y me produce tanta tristeza ver su transformación en abuelito peludo. Aún así agradezco lo afortunada que soy porque ha traído tanta felicidad a mi familia tanta alegría que su huella será un montón de maravillosos recuerdos. Gracias Ángel”. Mil gracias, Esther, tienes larga vida en mi memoria.
Hoy ha sido otra amiga, de las más grandes, que te regala la vida de tarde en tarde y de muchos años, más de 40. Me llama “maestro” alargando la o con cierto retintín cálido, juguetón y entrañable, que encierra mucho aprecio y no poca querencia.
Hacía unas semanas que Cristina López Muñoz no hacía presencia en mi muro y la impaciencia particular, muy mía, que me sigue y persigue a todas partes, me inquietaba, porque ella suele ser fiel a la cita y a la amistad y me parecía raro. ¿Le habría hecho de nuevo su visita nefasta el cáncer que la había tocado y perseguido de cerca en los últimos tiempos? ¿Por qué no aparecía ni daba señales de vida? Y en estas, ella es así, como Esther, generosas hasta la médula, me sorprende con un comentario, el más largo que he tenido en estos largos 15 años de Facebook semanalmente, haciendo referencia a los últimos 15 artículos que había guardado y leídos de un tirón. Dice así:
“Buenos días, Maestro, una mañana de lujo, guardaba todos tus escritos pendientes como si fueran mis bombones preferidos que van completando la caja para practicar mi ritual de leer varios y siempre pensar, lo has clavado, se trate del tema que se trate, tu ilusión permanente por la vida, por comenzar, en este caso un nuevo curso con la misma ilusión que lo hacía yo con el olor de libros y cuadernos nuevos, con la sabiduría de la que has hecho acopio con tu experiencia de una vida VIVIDA y compartida, con tu coherencia y compromiso personal del que nunca hiciste gala, pero que siempre lo prácticas...” Y sigue y sigue y sigue y le contesto enseguida feliz, y contenta la mañana: “Hala, qué bonito lo dices, aunque me sonroje, y yo creyendo que se te había olvidado pasear por este rinconcillo. Volveré a leerlo porque te has explayado a gusto. Qué gusto. Gracias, gracias, gracias”.
Y ni corta ni perezosa termina con esto: “Un lujo leerte y tenerte. Feliz domingo, Maestro”, que me hacen chiribitas los ojos y un cosquilleo en el alma.
¿Es o no es un lujo tener amigas así?
https://youtu.be/aBo6qBAkCjk?si=WQx3FKutZIanjbJc Silvia Perez Cruz - Gallo rojo, gallo negro. Seguro que le gustaría a Esther y que le encanta a Cristina.

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