Frente al saber estar, tan imprescindible, en el arte de convivir, conectar, saber colocarse en el lugar preciso, ni más arriba ni más abajo, saber adptarse a cada circunstancia y en cada momento…, está, muy necesario, imprescindible también, saber no estar. El ejemplo más clarividente es el de dos expresidentes de Gobierno: Felipe González y José María Aznar. Podría añadirse a este dúo, el que fuera Secretario General de Podemos y exministro del Gobierno de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias. Y no es que sean, sobre todo los dos primeros, jarrones chinos, obsoletos, innecesarios. No saben no estar, lo que es más grave. Todo lo contrario es la actitud, en la campaña de las elecciones generaldes de julio, que ha tenido José Luis Rodríguez Zapatero, lo que supone una gran responsabilidad en cuanto defensa del Gobierno acual y su partido, digna del mayor aplauso, con datos, hechos y argumentos de peso sin ninguna mentira ni un gesto odioso. Del saber no estar al saber estar de nuevo.
“Cuando se cuplen años, escribía Luis García Montero en un magnífico artículo, uno comprende la importancia de saber no estar”. Sí, querido Luis, pero algunos los cumplen y siguen sin saber.
No saben no estar, en efecto, quienes no se jubilan a tiempo, manteniéndose bien agarrados a su sillón por el gusto exagerado al sillón, alardeando de lo que fueron un día, no aceptando el paso del tiempo y que se les ha pasado el arroz.
No saben no estar quienes se creyeron necesarios en su momento, pero en el actual resultan a todas luces, prescindibles, porque su tiempo ha pasado y los hay mucho mejor preparados para ocupar su puesto. La vida no corre en balde.
No saben no estar quienes cumplen a la perfección alguno de los principios famosos de Peter, quienes desde el primer momento de ocupar un puesto ya han sobrepasado con holgura los límites de la incompetencia. En la vida política se dan con harta frecuencia, porque si ser alcalde de una aldea chiquita les caería largo, ya me dirán el papelón que pueden desempeñar como alcaldes en una gran ciudad o como presidentes de una Comunidad Autónoma.
No saben no estar quienes no son exigentes consigo mismo y escalan sin el menor rubor puestos y plazas que los sobrepasan de forma alarmante, sin darse cuenta de que no dan la talla, con lo que conlleva de hacer daño, hacer mal las cosas y hacer el ridículo de la manera más lastimosa. El ejemplo más paradigmático es el de Donald Trump con muchos discípulos nada aventajados a sus espaldas.
Saber estar, me dices, claro está, faltaría más, es un arte.
Saber no estar, te digo, es un arte no menor, insisto, imprescindible, totalmente útil y necesario para los demás y para uno mismo y su propia dignidad.
Dicho lo cual, ojo, yo sigo aún aspirando a estar cerca de esa doble sabiduría.
https://youtu.be/PpFq9gxBxhk?si=f-NrBP-SbnSO69qi Aretha Franklin - Precious Lord
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