PARECEN PINZAS Y SON PAJAROS

Cogida al vuelo del Muro de la escritora Yolanda Izard. Merecía la pena retenerla en la retina y traerla a mis rincones de vuelo corto, pero vuelos, descubrir con poco esfuerzo su fuerza poética y sugerente con un cielo, de fondo tan azul de cielo limpio, tamizado por la suave blancura de las nubes rasgadas ¿cirros? sin pretender competir con él de tanta trascendencia y altura.
Qué fácil es dar con el tono, cuando dejamos que la imaginación haga su trabajo, y hasta con el pulso poético, su duende y su magia. No hay pájaros, pero el artista que llevanos todos dentro ha sabido colocar esas golondrinas de primavera cantando a la tarde mientras dura el día y ralentiza la noche, en donde ya todo es igual, con predominio de la ausencia de colores y tonalidades que le dan un aire mortecino con la sola presencia de las sombras porque mientras llegan hay que saber disfrutar de la luz, la fuerza de la imagen llena de poesía y cierto embrujo: pinzas, para otros menesteres, convertidas por un instante eterno en pájaros volanderos que descansan antes de coger el vuelo y sus malabares a favor del viento en libertad.
Parecen pinzas y son pájaros, ¿o es al revés: parecen pájaros y son pinzas? Vete a saber. El arte puede con todo, imitar a la naturaleza, suplantarla, recrearla, crear otra más variada y variopinta, y acaso más hermosa y fascinante. Y eso es lo bueno que, ante este cuadro, tengas que decirte a ti mismo: ¿Qué es lo que estoy viendo, pinzas, solo pinzas, o más bien pájaros caprichosos, que es lo que quiere ver mi alma creadora y mi fantasía a flor de piel?
Quien colgó las pinzas lo hizo con dobles intenciones, una de las cuales consistió en que viéramos pájaros, y así cuando vienen las mujeres a colgar la colada ven en efecto que son pájaros, que les sirven a la perfección de pinzas. Insisto, es lo que tiene el arte, que nos hace ver y leer más allá de las formas, los colores y las palabras. Pinzas que son pájaros, pájaros que son pinzas.
https://youtu.be/4rV0y4syKvQ Madame Butterfly. Coro a boca cerrada. Puccini. La música sobrepasa con creces la historia de amor del libreto. Y esta versión más sublime aún, si cabe.

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