viernes, 17 de septiembre de 2021

RESISTIR... CANTANDO

 


En los primeros días de la pandemia y el confinamiento se hizo viral la canción “Resistiré”, hasta hartar un pelín, pero la idea, profundizando en lo que dicen las sabios, aunque no sea viral, es recomendable y bienvenida en cuanto iluminan la noche y los senderos. El cantar de los esclavos, sí era un buen resistiré, como el de los negros en Estados Unidos o el de los campesinos y artesanos españoles en plena faena.

No es baladí acudir al primer rebelde de la historia Sócrates en su desobediencia civil. Ni acceder al libro de Ernesto Sábato “La resistencia”, en donde confiesa que su lema ha sido: hay que resistir, manteniendo siempre la esperanza a modo de vela en la noche del mundo y el compromiso con los más débiles. En la herencia que nos dejó el existencialismo nos encontramos con que “existir es resistir”. La Resistencia después de la Segunda Guerra Mundial no era solo defender un país, sino una manera de vivir de manera democrática frente a las ideologías totalitarias. Y surge, como señala Josep Mª Esquirol, de la toma de conciencia, y ese darse cuenta “no conduce a buscar una salida o una salvación individual, sino comunitaria, social. El resistente no solo, ni prioritariamente, piensa en sí mismo: hay conciencia, voluntad y coraje, e inteligencia estratégica para auto-organizarse y perseverar”. Y no me resisto a pasar por alto esa cosa tan bonita que dice en otra página más adelante hablando de la resistencia y el papel del canto en ella: “La mujer que recita es capaz, elevándose sobre sí misma, de alcanzar una sintonía perfecta gracias a la experiencia de la maternidad y del cuidado. Su voz cose el azul del cielo con la tierra nodriza... Y todavía mejor es el canto a más voces porque su tejido protege y abriga más. El canto no diluye a quien canta, sino que lo liga, lo reúne, lo vincula con las cosas, con el mundo, con los otros”.
Ya puestos, cómo no citar a André Maurois en el ensayo sobra Camus y su obra “El mito de Sísifo”, personaje, por excelencia en este asunto, ejemplo de resistencia contra un mundo absurdo y unas circunstancias de igual calibre que nos ayudan a salir de tal atolladero con estas pautas: “Saborear el instante, la sensación, la riqueza del mundo... Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Siempre volvemos a encontrar su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. También él considera que todo está bien. Este universo ya sin dueño no le parece ni estéril ni fútil. La misma lucha hacia las cumbres basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo feliz”. Toda esperanza quedaba en ruinas después de la Guerra del 14, y después de la del 39, la obra está escrita en el 42. La roca lo aplastó todo. “Sí, es así; sí, el mundo es absurdo... y, sin embargo, frente a ese implacable destino, importa tomar conciencia de él, despreciarlo y, en la medida humana que podemos, transformarlo”.
Existir es resistir y cargar con la piedra que nos toca a cada cual sin dejar de subir la montaña, que así es la vida, pero cantando, que hace mucho más llevadera la subida. De nada sirve la eterna y cansina queja. “Miserable el momento si no es canto”, dice un verso de Claudio Rodríguez que no me canso de citar a tiempo y a destiempo.
Y para redondear el tema añadiré, contradiciendo al filósofo: “El hombre es una pasión inútil”, clamó Sartre. Lo de pasión, formidable, y de acuerdo. Lo de inútil, allá él, me atrevo a contestarle. Pasión es tendencia, anhelo, deseo, querer ser y ser más, estar con los otros, aupando, echando una mano, resistir tensando la cuerda lo justo para que no se rompa y para estar constantemente viviendo-resistiendo-esperando, y si es posible cantando. Pero inútil, ni hablar.
https://youtu.be/A-XAjbPCDmc Katica Illényi - Maurice Ravel: Bolero

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