jueves, 4 de marzo de 2021

MAESTROS, Y A LA VEZ, APRENDICES

 


Todos somos o podemos llegar a ser maestros, y todos, sin excepción, somos eternos aprendices. Lo vengo pensando desde que hace la tira de años, dos grandes amigas me llaman cariñosamente, en cuanto me ven, “maestro”, con una sonrisa abierta y generosa que dice mucho de ellas y no tanto de este pobre aprendiz de todo y con poquito magisterio a la espalda. Y de tanto repetirlo, ellas y otros, porque después vinieron más, me obligaron a repensar el concepto, sí, lo aceptaba a regañadientes, hasta que me di cuenta de que podía ser verdad, con tal de que ellas subieran ese mismo peldaño y aceptaran que, para mí, al menos, eran grandes maestras, mis maestras, lo que pasó a ser una categoría indiscutible: todos, maestros, ellas también, y todas las gentes del mundo, eternos, de por vida, aprendices, y que podemos a aspirar a ser, lo que no es poco ni baladí, alumnos aventajados, que es a lo que yo aspiro en el campo poético y literario, por ejemplo. En estos días he comenzado a leer, precisamente “Escuela de aprendices” de una mujer que sí que es maestra, filósofa y profesora titular de Universidad, Marina Garcés, de la que leí hace unos días una entrevista hablando de su libro y me encandiló tanto que prometí, cuanto antes, leer, que es lo que estoy haciendo, disfrutando y subrayando. Una gozada, sobre todo la primera parte, la segunda me ha resultado un tanto espeso. Me ha venido bien pasarme al ensayo, después de haberme metido entre pecho y espalda, en poco tiempo, dos magníficas novelas: El colibrí de Sandro Veronesi y Como polvo en el viento de Leonardo Padura.
Es bueno seguirle la pista, lápiz en mano para subrayar y pensar, no ya por cuenta ajena, sino propia, para una lectura proactiva. La profesora nos da la vuelta al pensar tradicional y cómodo sobre el aprendizaje y el propio aprendiz, este como punto de vista y no como receptor de la acción educativa o como cliente, que es peor. Ese punto de vista “es aprender a pensar por uno mismo y con otros, es entender la educación como una forma de artesanía reencontrando la raíz común del pensar y de hacer, de la contemplación y la experimentación, del discurso y la práctica”, bien distinto del aprendiz-alumno receptor de cuanto se le echa como si se tratase de un saco que se llena de pienso más o menos descompuesto. Y si nos referimos al concepto de maestro, acudiremos al consejo del pensador francés Gilles Deleuze: “El verdadero maestro no es el que dice “haz como yo”, sino “hazlo conmigo”, “piensa conmigo”, “calcula conmigo”. Otro punto de vista radicalmente diferente al tradicional en el que se daba por supuesto que el maestro lo sabía todo, menos mal que nunca ha sido verdad. Sabe, lo que sabe, más bien poco, como el alumno que casi lo ignora todo, pero que sabe mucho, y en la confluencia de los dos se vislumbra un camino mejor y más apetecible de seguir.
Al final del libro, la autora termina con un rosario de aforismos que ayudan a sentir pensando y a pensar sintiendo, alentando el vuelo del lector, resumen de la obra y de todo cuanto yo he querido decir en este breve artículo:
“No hay aprendices sin maestros, ni maestros
que no sean, siempre y todavía, aprendices”.
Eso es, así de simple y así de complejo. Todos maestros, por lo que, al final, me alegro de que mis amigas me lo llamen, pero a condición de que ellas, conmigo, crean que todos somos maestros en algo y aprendices de todo.
https://youtu.be/GLAMgIIjE9Y Silvia Perez Cruz - Veinte años & Temps perdut. Una de sus primeras canciones. Y esta misma con su padre a la guitarra: https://youtu.be/-eqJAAi1kE8
https://youtu.be/zbxjn6Si9pU Sílvia Pérez Cruz - Tango De La Vía Láctea. Una de las últimas. ¡Qué lujo escuchar a esta mujer!

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