jueves, 25 de marzo de 2021

EL PODERÍO DEL RECUERDO

 



Refiriéndose a los recuerdos, cuando son intensos, dice Rosa Montero en unos de sus artículos, que “fosfatinan el tiempo y te transportan allí”. Fosfatinan, este verbo me ha fascinado, y aun cuando he hablado mil veces del tiempo y los recuerdos, creo que esta palabra se merece una, al menos, breve reflexión, ¡y qué menos que un artículo! Los recuerdos lo convierten en fosfatina, lo hacen polvo, aun cuando estuviéramos convencidos de que el tiempo era un dios sobrevenido que dominara nuestro ser y existir, nuestro pensar y obrar, y estuviéramos totalmente dominados y a su disposición y servicio, pero somos nosotros los que mandamos, ponemos orden y hacemos justicia. El pasado y el presente nos pertenecen, y hasta de alguna manera, el futuro.
¿Hay algo más poderoso y presente que ese recuerdo que nos visita durante mucho tiempo a las mismas horas? A veces es algo que se ha quedado para siempre a vivir con nosotros. Otras veces es eso que llega irremediablemente a través de un olor, semejante a aquel olor, un sabor, igual que el sabor más suculento de la infancia, un color determinado que nos eleva más allá del arco iris y nos transportan a tiempos que ya desaparecieron y que la memoria los recrea y los trae con la misma frescura e intensidad con las que entonces se experimentaron.
Poco antes de morir Juan Marsé nos dejó esta perla que vale lo que un gran testamento. Los pilares del hecho narrativo son: la memoria, la imaginación y la infancia. Ahí está en su máximo esplendor su obra que brilla entre las estrellas más luminosas del firmamento literario, fosfatinando el tiempo a través de los recuerdos de su niñez y su adolescencia, que es lo que él hizo en todos sus libros.
He estado diez meses sin poder ver a mi hermana Lola. Iba a verla todos los domingos, no por ella, que no se enteraba ya de nada, sino por mí, o por ella, que si me forzaba le sacaba al menos una sonrisa, aunque cada día le costaba más. ¿Estaría en su mundo donde ya no existe memoria alguna y ningún recuerdo le da calor, cobijo y alegría? ¡Fue tanto el amor de los hermanos más pequeños, ella y yo, de seis! Desde ese mundo terrible y extraño que malvivió, ¡cómo se valora la memoria! Se fue en el más absoluto de los silencios. Larga vida en nuestra memoria, hermana-amiga-hermana.
Poderoso, más que el dinero, la fama y el poder, el recuerdo, capaz de fosfatinar el tiempo y reducirlo a ceniza. ¡Ay, cómo tendríamos que estar mimando, como el mayor de los tesoros, nuestra memoria con todos los recuerdos predilectos!
https://youtu.be/oS9ikzSxEmk Una de esas noches sin final. Inma Cuesta

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